Sunday, November 26, 2006

Henry Cow o la búsqueda fraternal del asombro



Historia y prospectos

Los años setenta fueron años misteriosos sin duda. La Revolución de las Flores, la primera mediática, se sirvió de una legión de entusiastas que simularon poder cambiar el estado de cosas, con el Make love not War exhibido, literalmente, por John y Yoko. como paradigma preclaro. Pero bien lo dijo una vez Bill Kreutzman creo, el baterista de Grateful Dead: pensábamos que éramos miles, millones, al final ¿cuántos? Quinientos quizas... y menos. Ahí están el fraude de Woodstock y la tragedia de Altamont para probarlo. Revoluciones de verdad son aquellas que cambian no un discurso sino un devenir histórico, el resto es mera retórica, cuando se apela a un proceso social. Es por ello que las crisis energéticas y económicas de los setentas hicieron olvidar el sueño de estío hippie y comenzó un agitado invierno de gran incertidumbre política. Hoy, testigos de Chernobyl , el derrumbe del Muro de Berlín y del coloso soviético nos cuesta creer que la revolución maximalista soñada por Marx o Lenin estuvo apunto de triunfar en todo el mundo precisamente en esos años tan plagados de terrorismo, golpes de estado y gorilas de todos los colores.

El anhelo por una utopía social de pronto se hacía más que posible, ello inspiró a numerosos músicos a integrarse a las vociferantes marchas de obreros y estudiantes que fatigaron las urbes del mundo, buscando convertirlo en el paraíso de una clase obrera a la cual muy pocos de ellos pertenecieron o pudieron alguna vez pertenecer. La lista es extensísima y vale por sí sola un artículo completo, quiero destacar la actitud de una banda que se plegó a esta causa perdida con un entusiasmo y näivete conmovedores, lo que quizás fue la causa mater del increíble corpus de obras que nos dejó: Henry Cow.

Fuera del mapa

Es probable que haya pocos ejemplos de un grupo de músicos que haya analizado tan profundamente dicho concepto, el de grupo como estructura colectiva de creación e interpretación, puede verse con gran eficacia estética en el trabajo de otras agrupaciones como la Arkestra de Sun Ra, AMM, Magma, Faust o la Scratch Orchestra, que ciertamente inspiraron el quehacer de Henry Cow. Leyendo la historia del grupo en la página web de su baterista, el gran Chris Cutler y las transcripciones del difunto fanzine francés Atem, puede verse un colectivo que crece lentamente del amateurismo al más complejo nivel compositivo y virtuosismo instrumental, preservados integramente en las respectivas carreras solistas de cada miembro desde la disolución “oficial” de Henry Cow en 1979. Digo oficial porque entre ellos jamás ha cesado la cooperación en cada nuevo proyecto. Físicamente ya no existen pero su espíritu se preserva intacto: Música dialéctica con su propia estética y recepción, que dialoga conscientemente con modelos del pasado, que anticipa el futuro, que interroga irónicamente el rol de una banda con formato de rock en una sociedad de consumo y la "comodidad" de un circuito pasivo que sólo traga modas y nada cuestiona.

Henry Cow, como pocos, convirtieron la música que tocaban en un tema de análisis estético y sociológico. Como Faust, como los Mothers de los sesenta experimentaron con todo lo que tenían a mano, como AMM privilegiaron las decisiones colectivas por sobre ego trips que podían acabar con la música (como le pasó a Pink Floyd después de Dark side of the Moon), como Magma, vieron su arte no como un espejo autocomplaciente sino como un martillo que rompe... pero que a la vez construye; como la Scratch Orchestra, como la Arkestra investigaron e integraron lenguajes disímiles y equívocos en un discurso musical único. No obstante, las diferencias salen rápidamente a flote. Perseveraron, a diferencia del primer Faust, (banda genial pero letárgica), no renunciaron a la experimentación y a la búsqueda de nuevas sonoridades a favor de un populismo mal entendido como la agrupación de Cardew, Rowe, Skempton y Hobbs. Crearon discos polémicos, complejos pero durables, radicalmente distintos unos de otros. El gran Klotz Zazpihaak será un fan reconocido pero criticará su falta de orientación, que sí tenía Magma, pero yo creo que se debe a la infatigable, inquieta y pluralista búsqueda de sus integrantes.

Alabanza del aprendizaje

Así es, ese pool magnífico de ases de la improvisación y la composición que son Fred Frith, Tim Hodgkinson, Chris Cutler, John Greaves, Lindsay Cooper cubrió una impresionante cantidad de terreno con convicción y consecuencia. Del dada blues y el folk imaginario a la Captain Beefheart en los algo indecisos inicios a la notable fusión canterburiana-Zappa (etapa Uncle Meat) de su primer disco Leg End, (así, tal cual) para luego quemar todas las naves y apostar al montaje dadaísta en la cara B del largaduración siguiente Unrest. Nuevo switch y de la épica social que traspasa la historia de In Praise of Learning (¿cuántos grupos le ponen un nombre así a un disco en el mundo falsamente engreído del rock?) al eclecticismo magistral de Concerts, summa de varia invención de la banda, al que estimo su mejor disco. Y de ahí al gran finale que es Western Culture, donde la banda recapitula los estamentos básicos de su música, que algunos encasillan como rock de cámara, término atractivo que no fue invento de ellos, (ni de David Gilmour, señores periodistas, ay, ay, cuándo estudiarán un poco antes), en verdad lo hizo Zappa en la etapa 1966-1969 de los Mothers), pero que encarnan a la perfección junto a bandas afines a ellos, todas tan anticomerciales, postergadas e ignoradas por el fascismo de los media como estos genios británicos: Univers Zero, Art Zoyd, Etron Fou Leloublan, Sammla Mammas Manna, etc, todas ellas autoras de discos de calidad espectacular, sin ninguna excepción.

El rock de cámara es la antítesis del pomposo rock sinfónico, más que una excusa para gimnasias manuales virtuosísticas y glamorosas depresiones on stage, no desdeña escalas y sistemas alternativos de diseños de ritmo y frecuencias, exploran sin prejuicios la técnica de sus instrumentos en obras fundamentalmente electroacústicas que no vaclian en incluir instrumentos inhabituales o en desuso como spinet, bombardo, pianos de juguete, objetos domésticos y por supuesto el estudio de grabación como instrumento per se. Añadamos a esto un sentido del humor, parodia, citas disímiles fruto de un conocimiento musical enciclopédico (falta crónica en la música de hoy en día, sobre todo en la cultura de la cita por excelencia que encarna el DJ)

Ok, ok, pero, ¿Qué música hacen? Puedo adivinar que murmuras, lector si te has perdido como supongo, a esta tremenda banda, superior 100% a la horda de bandas como Emerson Lake and Palmer, Jethro Tull, el Genesis de Phil Collins, Yes, Marillion etc. (Dejo fuera como excepciones notables a King Crimson y Van Der Graff Generator y el último disco de la ex banda de Peter Gabriel, The Lamb Lies Down on Broadway, producido por Eno): un rock politonal de rítmicas irregulares y cambiantes, armonías con un uso creativo de disonancias y técnicas extendidas de instrumentos, citas irónicas de las más dispares fuentes, letras de alto vuelo poético y compromiso social, las dos últimas como parte de un incisivo comentario político, alternancia entre composición estricta e improvisación libre,e tc. Todo ello avalado por el heterogéneo background de sus integrantes: Fred Frith trajo sus influencias del folklore balcánico y la aproximación aleatoria de John Cage, Tim Hodgkinson, los happenings y el Free Jazz, John Greaves, la frescura del pop y la canción, Chris Cutler, la rítmica poliforme de Varese y la psicodelia, el rigor de la formación clásica y de la gran tradición musical inglesa que vino por vía de Lindsay Cooper, etc.

Juntos crearon temas demandantes en su audición, pero de gran recompensa estética como Nirvana for mice, Amigdala, Half Sleep Half Awake, o las alucinantes Ruins o History and Prospects , juntos mandaron a volar a los A&R a buena parte, fueron pioneros en la creación de sellos independientes y canales autónomos de distribución, crearon una corriente de noble descendencia, el Rock in Opposition, más radical y rupturista que tu comercial y desaliñado punk, discutían y creaban la música que presentaban sin compromiso a un público no masivo pero si consciente, que es el que realmente importa.

El tapiz de las delicias

Una revisión de la carrera de cada miembro de Henry Cow en su devenir solista es un deber para mí, pero escribo estas pocas y quizás predecibles líneas a la mejor banda de los setenta, mis verdaderos “Más grandes que Jesucristo”. Para muestra un bocato di cardinale: En Concerts escúchese la improvisación libre Oslo, grabada en la ciudad del mismo nombre circa 1975, en estos excitantes 27 minutos, el espectro dado por cada instrumento es explorado al más intenso detalle: minúsculos fragmentos de percusiones en staccatto se alternan con notas granulosas de bajo y guitarra preparada mientras saxo, órgano y oboe se cruzan y alternan, impartiendo escalas modales y sobretonos en veloces síncopas. Luego el caos se complejiza: Las líneas y tempos se entrecruzan en furiosa lucha, acordes de piano a la escuela serialista se derraman sobre una urgente percusión de cada rincón de la batería, gritos desgarradores de Dagmar Krause (cantante del grupo por varios años, gran solista de voz injustamente vilipendiada por los ignorantes de siempre) ahogados por Frith y Greaves que traen un oleaje distorsionado de glissandos en fluctuante crescendo que pronto ceden paso al meditativo solo de ¡fagot! de Lindsay Cooper, al que se une una cascada de percusiones que se derrumban, con la electricidad de Frith y Greaves al fondo como sirenas ululantes, mientras Hodgkinson añade los gritos de auxilio de su saxo alto... así es como Henry Cow recrea el esplendor de horror y luz del Guernika de Picasso ante nuestros azorados oídos. ¡Este sí que es un verdadero tapiz de las delicias!

El martillo de Henry Cow, bello como la luna y terrible como un ejército con banderas, (otro título de una de sus composiciones) luchó por un sueño que la propia avaricia de los hombres tornó imposible, pero su ardiente llamado a la libertad de la consciencia es lo que sus mágicas vibraciones nos siguen entregando momento a momento, en el fragor del corazón de la bestia donde vivimos.

Frith, Cutler y Hodgkinson en vivo en The Stone, 2007:



Hipertextografía:

Tributo de Perfect Sound Forever
http://www.furious.com/perfect/henrycow.html

Un must: Historia de la banda contada por Chris Cutler
http://www.ccutler.com/ccutler/bands/group02.shtml

Entrevista a la banda a mediados de los ’70, documento histórico
http://calyx.club.fr/index/articles/hcowzigzag.html

Revisión crítica de la obra discográfica del grupo:
http://traversesmag.org/articles/henrycow.htm

Advertencia: No lean la entrada sobre H.C. en la Gibraltar Enciclopaedia of Rock: Es una completa, completa estupidez. Lo van a hacer igual, pero ya saben...

Sunday, November 19, 2006

Crooning on this damn planet Earth




A propósito de una antología de nombre similar, Crooning on Venus hecha por David Toop para el sello alguna vez independiente y hoy vendido Virgin, me propuse compilar una serie de canciones que de alguna manera han acompañado la historia de mis obsesiones personales, ¿acaso Roland Barthes no ha definido así la literatura? y como yo soy un convencido más de que la vida es tan irreal tan onírica como una novela, que mejor que montar una imaginaria banda sonora que ilumine, oscurezca, corrija y aumenta nuestros pesares, errores y breves alegrías. Quizás la dé a conocer del todo (es larguísima, jefe) , quizás no... lo que me interesa ahora es precisamente el concepto que la inspiró.

El término anglófilo “crooner” me gusta en exceso, lo que atenta contra la hobjetividad tan cara a todo hintelekutal criollo. Es éste el viril relator de infinitas penurias y desengaños personales. Pariente creo yo del cantautor, pero más envuelto en la neblina etílica de un bar de madrugada que los predicamentos de la selva de cemento o la pradera manchada de explotación del hombre por el hombre. Esas son las clásicas historias acompañadas de vapores dionisíacos destilados o directamente robados de las uvas, que tan bien inducen a la reverie, como dicen los franceses, que tanto saben de estas veleidades.

El crooner tiene una larga descendencia, como el dolor que lo inspira. Ahí están Frank Sinatra, Engelbert Humperdnick, Charles Aznavour, Leonard Cohen, Peter Hamill o Tom Waits para demostrarlo. Muchos de los llamados songwriters adoptan a sabiendas o no este rol esta máscara o persona, (sinónimos, buen hombre) como una especie de encarnación arquetípica. Lo que distingue al crooner de la imagen clásica del poeta romántico a la Bécquer, por ejemplo, es que configura un discurso que es sufridamente confesional pero misteriosamente distanciado por una ácida ironía, un Hamlet que crea un pequeño teatro del cual se burla. Y más que recorrer una biblioteca impostando lágrimas es la experiencia la que lo provee copiosamente de ellas. Pero estas lágrimas no brotan de una mimesis espontánea sino autorreflexiva. Lloro y canto que estoy llorando. Convierto mi sufrimiento en una posición universal del hombre ante las cosas a través del arte y así trasciendo... o me salvo. Así, Robert Wyatt ese caleidoscopio secreto y glorioso tantas veces lo hizo pero creo que es más claro que el agua en Signed Curtain del primer disco homónimo de Matching Mole:

This is the first verse
The first verse
The firstFirst verse
And this is the chorus
Or perhaps is a bridge
Or just another part
Of the song that
I am singing
Never mind
It doesn't hurt
And only means that
ILost faith in this song
'Cause it won't help me reach you...


Leonard Cohen, aquel vate glorioso registra en Hallelujah:


Now I've heard there was a secret chord
That David played, and it pleased the Lord
But you don't really care for music, do you?
It goes like this The fourth, the fifth
The minor fall, the major lift
The baffled king composing Hallelujah
Hallelujah Hallelujah

Una ironía semejante, pero dentro de su propio rol socialmente aceptado de músicos lo dan los Tindersticks en su balada homónima que aparece en su disco, que curioso, Curtains:

Taking turns having our photos taken
Sitting in front of smoked windows
Decanters of cheap whiskey in our hands
Drive into Manhattan on a date with a starlet who's just talent
That's what people pay the money to see
Who are we to argue?
Five hours now it's been going on
And still we're watching all of it
Can you really believe all this?
Can he really lie in bed at night and marvel at his own genius?
When do you lose the ability to step back
And get a sense of your own ridiculousness?
They're only songs

(Ideal para sangrones como Noel Gallagher)

John Cale y Lou Reed brindan la metapoesía más desgarradora en la autobiografía de su desaparecido amigo Andy Warhol en el muy recomendable Songs for Drella. Cada canción es parte a la vez de un responso y un respetuoso ajuste de cuentas. En el último tema Reed canta acompañado por Cale que lo hace a través de un contrapunto sublime con su viola:

Hello it's me, that was a great gallery show
Your cow wallpaper and your floating silver pillows
I wish I paid more attention when they laughed at you
Hello it's me
"Pop goes pop artist," the headline said"
Is shooting a put-on, is Warhol really dead ?"
You get less time for stealing a car
I remember thinking as I heard my own record in a bar
They really hated you, now all that's changed
But I have some resentments that can never be unmade
You hit me where it hurt I didn't laugh
Your Diaries are not a worthy epitaph
Oh well now Andy, guess we've got to go
I hope some way somehow you like this little show
I know it's late in coming but it's the only way I know
Hello it's me, goodnight Andy
Goodbye, Andy

Y last but not least, el inolvidable Phil Ochs, ese cantante gringo, amigo de Victor Jara que tuvo el coraje de ser allendista en plena era Nixon-Kissinger, asesinado en vida por la CIA y que acabaría colgándose, solo, abandonado y despreciado por todos, como los antihéroes de Onetti: El crooner también puede ser el fruto extraño que pende del árbol seco en medio de la plaza capital, pero este Cristo laico y descreído acaba absolviéndonos con su canción. Así revivimos, y nuestros sueños son más reales que lo que este mundo apenas si puede ofrecernos. Transcribo la canción íntegramente, Rehearsals for Retirement:

The days grow longer for smaller prizes
I feel a stranger to all surprises
You can have them I don't want them
I wear a different kind of garment
In my rehearsals for retirement

The lights are cold again they dance below me
I turn to old friends they do not know me
All but the beggar he remembers
I put a penny down for payment
In my rehearsals for retirement

Had I known the end would end in laughter
I tell my daughter it doesn't matter

The stage is tainted with empty voices
The ladies painted they have no choices
I take my colors from the stable
They lie in tatters by the tournament
In my rehearsals for retirement

Where are the armies who killed a country
And turned a strong man into a baby
No comes the rabble they are welcome
I wait in anger and amusement
In my rehearsals for retirement

Had I known the end would end in laughter
Still I tell my daughter that it doesn't matter

Farewell my own true love, farewell my fancy
Are you still owin' me love, though you failed me
But one last gesture for her pleasure
I'll paint your memory on the monument
In my rehearsals for retirement

(Si no sabe inglés, ¡¡aprenda!!)

Playlist croonístico: Es más largo, y el orden de aparición estrictamente aleatorio. Varios autores aparecen con más de un tema, pero prefiero algo de suspenso para más adelante si es que todavía quedan hipotéticos lectores de este enrevesado blog:

1.-Suzanne (Leonard Cohen): Puedo asegurar que una noche de verano estuve con ella...
2.-Memories (Robert Wyatt): ¿Quien no llora con ese solo de violín de Fred Frith?
3.-Life on Mars? (David Bowie): “Mira a los hombres de la ley golpeando al tipo equivocado”...
4.-Half Past France (John Cale): Sí, John, a mi también la gente me aburre todo el tiempo.
5.-Old and Wise (Alan Parsons Project): La terrible anagnórisis de la sabiduría a las puertas de la muerte y un solo de saxo final imposible de olvidar.
6.-Song to the Siren (This Mortal Coil): Liz Fraser y David Lynch se me aparecen en sueños, todavía no puedo creer que Lost Higway exista.
7.-Seaweed (Tindersticks): Al borde del mar, recojo piedrecillas para tu fantasma...
8.-Epitaph (King Crimson): El destino del cual creemos huir, siempre vuelve
9.-By this river (Brian Eno): No creerías lo que me pasó al borde de esas aguas...
10.-Dark Matter (News From Babel): Lindsay Cooper y Chris Culer siempre nos han regalado gemas del más puro valor vanguardista, pero esta increíble balada mid tempo une el cielo y el infierno en tres minutos.
11.-Sunday Morning (The Velvet Underground): ¿Oyes esa voz que te llama en la calle? Amigo mío, no te des vuelta...
12.-Lucky Day (Tom Waits): ¡Es que el consejo que le da el padre al hablante es de antología!
13.- From Now On (Supertramp): Desde siempre sólo fantasía es lo que se puede vivir...
14.-Sexy Sadie (The Beatles): ¿Que tan grande te crees, babilónica ramera?
15.-Perfect Day (Lou Reed): Tan solo no has estado, viejito, te lo aseguro
16.-Faith (The Cure): Claro que hoy por hoy, no nos queda más que eso
17.-Sometimes (My bloody Valentine) “No sé por qué mis pies huyen del suelo”, ¡genial!

PD prescindible: Se me acusará por millonésima vez de anglófilo desarraigado, sudaca resentido, etc etc. Para lo que me importa el accidente del nacimiento carnal...

Saturday, November 11, 2006

Las malas artes de un divulgador snob




Fragmento de Song Book de John Cage

Releo por estos días el libro de Michael Nyman, Experimental music y no deja de abandonarme una curiosa sensación de malestar ante argumentos que parecen convencer a muchos, pero cuyos sobreentendidos acaban por invalidar los fines que persigue.

Nyman es astuto, qué duda cabe, a través de este libro presenta al público a mucha gente hasta entonces en la oscuridad y lega un par de conceptos, entre ellos el de “minimalismo”. Describe por vez primera una ingente escena musical inglesa, que se alejaba tanto del establishment como de la vanguardia académica, que proponía novedosos métodos composicionales y de interpretación, a la vez que vindicaba un cierto retorno a la consonancia y al glorioso pasado de la canción y el music hall y usó con más profundidad que otros el hoy por hoy manoseado concepto de “música experimental”. Hasta aquí todo bien, incluso los berrinches de rigor contra autores “consagrados” como Stockhausen y Boulez pueden parecer la necesaria reedición del arquetipo freudiano de la rebelión contra el padre, pero aquí comienza la trampa y se desmadeja la verdadera ambición de este gran propagandista aunque mediocre compositor.

Es que en Experimental Music campean alternativamente el desdén gratuito y la contradicción flagrante. Donde Nyman premia con laureles acaba condenando sin remedio a alguien que logra idénticos resultados, pero que no pertenece a su círculo. Sospechosamente los músicos destacados por Nyman, que, digámoslo, son espectaculares en su gran mayoría, son agrupados en dos escenas, la inglesa y la estadounidense. Algún día entenderé esa obsesión tipo Tony Blair de los ingleses por América del Norte. ¿Nostalgia por el hijo pródigo? ¿Frustración porque ya la isla nos queda demasiado chica? No sé. Pero Nyman encarna la fachada de que todo lo bueno, todo lo interesante habla inglés no importa que tan bien o mal. El resto es mera decadencia, redundancia o simple fascismo, de lo cual en ambos lados del charco dicen sentirse orgullosamente opuestos pero que sus actitudes culturales acaban penosamente confirmando lo contrario. Léase a Noam Chomsky al respecto.

Con pulcritud e indulgencia de periodista promedio, Nyman organiza sus argumentos presentando, por ejemplo, a autores que son precursores de una tendencia, como John Cage o Morton Feldman, luego destaca su (supuesta) prominencia por sobre Stockhausen o Xenakis, extrayendo mañosamente de su contexto citas de éstos para destacar la "omnisapiencia" de aquellos. ¿Propaganda no se llama eso? No deja de producirme reminiscencias de las películas gringas de guerra donde a los soldado alemanes o japoneses se le traba el rifle y el jovencito mata millares a placer con su eterna ametralladora autorecargable. Caricatura, eso hace Nyman y su propósito último me parece que es simplemente ganar amigos, hacer networking, rodearse de amistades prestigiosas para hacer correr su nombre.

Otra muestra de este sesgo: Al destacar la postulación de Cage y Feldman de “dejar a los sonidos ser ellos mismos”, fustiga el rigor formalista del serialismo integral, escuela superada de lejos por sus sustentores al momento de la edición del libro de Nyman ( 1974). Esta idea es llevada al extremo por Cage que prepara cuidadosos sistemas para que la música ocurra sin importar qué materiales entren en el juego. Conocida es la anécdota de Cage cuando en medio de una fiesta en su honor se ejecutó música de su autoría y éste ni siquiera sabía que era de su autoría. Nyman delira en éxtasis con la indeterminación cageiana pero luego, describiendo la rigurosidad sistemática de Earle Brown o Lamonte Young, Nyman misteriosamente fustiga a Boluez porque éste se preocupa más del sistema que por lo que suena (ah?). Peor aún, campeando la libertad de la escuela de la indeterminación, ataca al serialismo por fundamentalista, por querer amarrar sonidos elegidos de antemano en un sistema funcional. ¿Y qué hace el gran rigor sistemático del sistema de Just Intonation, o los procesos de Steve Reich que definen una serie establecida de frecuencias que deben desarrollarse en una duración determinada? Bingo! Es el Stockhausen (“horror”) de Zeitmasse o el Boulez del Marteau Sans Maitre. Además, Nyman particularmente condena la demanda personalista de Stockhausen por generar un estricto control en sus intérpretes aún dentro de las improvisaciones, lo mismo que Earle Brown le declara explícitamente a Derek Bailey que hace, en el libro de éste último acerca de la Improvisación, de la cual el autor de Available Forms hace una riquísima explotación. Entonces, ¿quién miente o no entiende un pepino?

Con evidente ligereza, Nyman las emprende contra un arquetipo políticamente correcto de burlar, el totalitarismo, del cual se vincula demasiado gratuitamente al serialismo, por su supuesta falta de democratización. El propio Stockhausen y Luigi Nono destacan que la igualdad de sonidos, duraciones y articulaciones en una pieza puede leerse como una metáfora de la igualdad de los hombres. En otra parte Helmut Lachenmann, un músico tan polémico y rupturista como los ídolos del autor de The Piano, omitido, naturalmente por no pertenecer a su camarilla imaginaria anglosajona, reinvindicará al serialismo "como medio de organización y de objetivación, como medio de establecer nuevos continuos, como medio de liberación de los elementos musicales cargados de convencionalismos, como medio técnico de movilizar –de activar- otras categorías, categorías siempre reinventables por el compositor" . Me pregunto si puede verse en esto un error o una traba para la creatividad musical. Ajeno a todo esto, Nyman refuta la supuesta ideologización de la escuela europea, pero acaba exaltando la errónea conversión de Cornelius Cardew, John Tilbury y otros al marxismo, filosofía de suyo enemiga de toda iniciativa individual de superación e iluminación... y democracia.

Nyman también goza además con la parodias a la indeterminación practicada por Stockhausen en una versión de una pieza de éste, Plus minus, hecha por Gavin Bryars destacando su supuesta originalidad ,; evidentemente el ensayista y futuro compositor británico ignora la ajustada y contundente réplica del compositor alemán al intento de Bryars (creo que éste es mejor componiendo sus propias obras como el alucinante Sinking of the Titanic), además Mauricio Kagel mucho antes que Cornelius Cardew, por ejemplo, ya cuestionaba la infalibilidad de ciertos presupuestos del serialismo en sus propias parodias, como en Transición II una de las primeras obras electroacústicas, -ausente en el catálogo “exhaustivo” de Nyman- y no las de David Tudor, Gordon Mumma o Milton Babbit (otro monstruo serialista curiosamente ausente de las diatribas de Nyman), no muy ajena al resultado acústico de las obras electrónicas serialistas, incluso para los oídos del "lúdico" ensayista.

El absurdo del autor rebasa los límites al condenar los sistemas serialistas por subjetivistas, erráticos e incoherentes, cuando lo que interesa, dice él, es generar instancias para que la música ocurra. Me pregunto desde los hombres de las cavernas hasta hoy ¿acaso cada tipo de música no intenta lo mismo?... Finalmente su afirmación de que la funcionalidad y sistematización individualistas son ajenas a las estructuras planificadas por Cage, Feldman o Christian Wolff , deja de manifiesto la ignorancia de lo que cualquiera con cinco minutos de estructuralismo sabe de memoria: Que toda estructura implica un sistema y una funcionalidad per se. Finalmente se trata de que la determinación de una estructura es una formulación humana y por ende, es una idea y una metáfora desde ya. Estos autores quieren cuestionar la metáfora del compositor que asigna sentido a su trabajo, pero el negárselo es un símbolo y una metáfora también. Creo que ello puede explicar el rápido abandono de Feldman del sistema de páginas cuadriculadas rellenas con números a favor de la vieja y eficiente partitura tradicional.

Y sobre la noción de establishment, sabemos que la corriente grande absorbe a la pequeña. Hoy por hoy John Cage es parte de la escena más recalcitrante. Su figura es idolatrada, profusamente comentada y, como es natural muy mal escuchada, tal como los autores del minimalismo como Phillip Glass, todo un caso de divismo, o el mismo Michael Nyman, ganador de varios premios por BSOs suyas como la que hizo para The Piano, sobrevalorada película cuyo único mérito es filmar el bello trasero de Holly Hunter.

Quizás pasa lo de siempre: Si un tipo del ghetto logra el poder se comporta igual o peor que quienes lo detentaron antes. Nyman reeditó este libro, reconoce cínicamente que tiene arrebatos de juventud a raudales, pero se niega a reconocer sus garrafales y numerosos errores como sí lo hace, en cambio, Tom Johnson en su buen texto autobiográfico The Voice of New Music, verdadero registro en vivo del desarrollo de la música de avanzada estadounidense de los años setenta. A diferencia de Nyman, Johnson sí estuvo ahí, cuando algunos autores dan sus primeros y erráticos pasos, por ejemplo,cuando Lamonte Young comienza a probar, con cacofónicos resultados su sistema de Just intonation , o cuando ataca despectivamente a Mauricio Kagel, pero luego, años después reconoce hidalgamente su error, porque éste último con la presentación de Táctil o Repertoire en New York- a cuya avant premiere de este lado del charco a comienzos de los setenta asistió Johnson- no hacía sino comentar irónicamente el estado anárquico y fraticida de la música contemporánea en este momento. El mismo Cage era un gran amigo de Stockhausen y Kagel. Los tres miraron la música de otros continentes, pero se sabían de sobra demasiado occidentales como para hacer mímesis gratuita de otros modos de pensar. Es que la música es arte y como tal es expresión, ni Feldman o Cardew escapan a eso, menos Nyman y su oportunismo. No se olvide que al año siguiente de escribir su libro, Nyman lanza su propia carrera de compositor. Oportuno, ¿no?

Necesito enfatizar una vez más que mi invectiva no es contra el minimalismo o como se llame o menos aún a la New Determinacy inglesa. Estimo que autores como Lamonte Young, Terry Riley, Cardew, Feldman o Gavin Bryars entre otros son extraordinarios compositores de larga y duradera influencia y espero expandirme más sobre su invaluable contribución más adelante. Lo que condeno es la publicidad gratuita y autoindulgente de la que se basa gente que sin entender nada, pretende legitimar el lugar o la obra de otros solamente para inflar su propio nombre. Michael Nyman simula ser un historiador de un hecho estético en ciernes, pero eso es sólo una cortina de humo para devaluar lo que no puede ser y fingir lo que cree ser: un músico para la posteridad.

Hipertextografia:

Páginas interesantísimas sobre Nuevas Músicas
http://www.otherminds.org/

http://www.newmusicbox.org/

Abundante música de Cage, Feldman, Cardew, Kagel (y no Michael Nyman):
http://www.ubu.com/

Página de la corriente inglesa de la música experimental. Ensayos de interés:
http://www.users.waitrose.com/~chobbs/

Página web de Karlheinz Stockhausen:
http://www.stockhausen.org/

The Voice of New Music ¡gratis!
http://www.editions75.com/Spanish/bookspanish.html

Tuesday, November 07, 2006

Haz tu propio tipo de música

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Un interludio o breve apología de una isla nefasta

Nobody can tell ya
There's only one song worth singing
They may try and sell ya
Cause it hangs them up to see someone like you

But you've gotta make your own kind of music
Sing your own special song
Make your own kind of music
Even if nobody else sings along

You're gonna be nowhere
The loneliest kind of lonely
It may be rough going
Just to do your thing's the hardest thing to do

But you've gotta make your own kind of music
Sing your own special song
Make your own kind of music
Even if nobody else sings along

So if you cannot take my hand
And if you must be going
I will understand

MAKE YOUR OWN KIND OF MUSIC
(Barry Mann / Cynthia Weil)
Mama Cass Elliot



En una entrega que hice hace unas semanas sobre Cocteau Twins advierto un error no sé si involuntario que debo más a la desidia de la coyuntura que otra cosa. Acerca de un playlist conjetural en un I pod, (también conjetural porque no tengo uno ni tengo la más mínima atención de hacerme con uno) situé una estadía en isla desierta y señaladamente la de Expedición Robinson, idiotez, lo admito, quería burlarme del clon chileno de esta serie, porque aquí si algo saben hacer es pésimos refritos televisivos. Debería haberme referido a otra isla más inquietante…

Sí, buen hombre, este autor es fanático a ultranza de Lost y habría sido genial que un personaje como Sawyer, Locke o la deliciosa Libby hubieran tenido un I pod, walkman o lo que sea en esta lograda serie. Ella, con Cocteau Twins, el rudo texano con Neil Young y el gran Box Man con Scriabin o Wagner. Claro, las quejas de los lateros de siempre atochan los foros, que la serie es tramposa, que no aclara nada, que confunde, que es una burda copia de esto y de aquello en fin toda esa gente, pobrecita, que no sabe distinguir entre plagio y cita o que el atributo esencial de toda ficción de buen nombre es precisamente la ambigüedad y la pluralidad de sentidos. Lost ofrece todo ello y más. Es curioso, porque todos esos vociferantes ignorantes condenan lo que por otro lado aplauden. La confusión del espectador o lector es una virtud del arte desde siempre, piénsese en las pinturas trompe l’oeil, las películas como El club de la pelea, cualquiera de M. Shymalyan o la propia Memento. La literatura abunda en ejemplos célebres, desde el mismo Quijote, cuando el autor olímpicamente traslada la ficción al terreno de la propia “realidad” del lector, volviéndola también ficción; otra trampa célebre es Los asesinatos de la Rue Morgue de Edgar Allan Poe, donde las conjeturas sobre la ejecución de un crimen son más complejas y aterradoras que el burdo, rústico y peor aún casual homicida, las pistas, declaraciones de testigos e hipótesis policiales arman la figura de un crimen espléndido e inédito en la mente del lector, ¿defraudado? en las páginas finales.

Tal como sugiere el célebre tahúr Jorge Luis Borges, el lector de esta novela es más perspicaz que los detectives. Pero ¿pierde éste realmente? Le digo como experto en el oficio, jefe, el arte se trata de una elaborada y consentida estafa que nos deleita de un modo masoquista, quizás porque sabemos cuál es su finalidad última. Y eso es tan perturbador como excitante. Eso, ¿o acaso se olvida que ficción es sinónimo de mentira? Vamos al cine, leemos una novela o vemos un cuadro para que nos engañen de un modo divertido y a la vez edificante… pero ese engaño siempre tiene una verdad innegable en su doble fondo… la propia condición humana. (Modestamente como antecedente serio de Lost propongo La isla de mediodía de Julio Cortázar, ese niño grande despreciado por los duros de la inteligentzia latinoamericana) En cuanto a series no es fácil encontrar precedentes de calidad, pero en Twins Peaks y Evangelion pueden hallarse senderos parecidos. Lost toma el relevo de la ficción como laberinto que pierde para que el extraviado gane algo. Un regalo numinoso que le pertenece tan sólo a él. No es tu fábula neoclásica tipo película de Spielberg, es una pedagogía más perversa, claro aunque más efectiva en último término.

Y todo esto a propósito del título de esta entrega: Make your own kind of music es el tema de Mama Cass que acompaña el primer capítulo de la temporada segunda de Lost, cuando un aparentemente normal ciudadano llamado Desmond inicia su diaria rutina… en la Escotilla o Estación El Cisne de la Dharma Initiative. En medio del descrédito de los otros, cuando la soledad no es grata y se vuelve árida y pese a todos los altos designios destinados a hacerte fracasar, qué mejor que seguir tu propia intuición, crear tu espacio inquieto, hacer tu propia música. Fernando Pessoa, otro amo de espejos engañosos ha escrito que el mundo no es verdadero pero sí es real. Lo que concebimos como lo que es, es calculado fraude o ajena asignación. Percibirlo, comprenderlo es quedarse solo, por eso me gusta esta canción y en el contexto brillante en que aparece. En el misterio ominoso de la isla-laberinto el hombre, despojado, debe re-inventarse, re-crearse (¿habrán hecho eso Los Otros?), y por ello re-conocerse. El magistral manejo del flashback en Lost, notablemente ilustrados por el ruido de la turbina del avión, contribuye a reconstruir los recuerdos de los personajes para legitimar o (destruir) la imagen o certeza que de ellos mismos han construido.

De acuerdo, Make your own kind of music no es la pieza más brillante de la cultura occidental, pero cumple un requisito más que aceptable: suscita emociones profundas en el espectador, refuerza semióticamente la acción y lo que la rodea. El slogan de la actual temporada reza “Find yourself”, para lograrlo, amigo mío, debes hacer tu propia música. Los compositores que hasta ahora he intentado presentar y los que siguen en mi lista (lostie pun non entended) han luchado por lograr hacerla, cantan su propia canción, se rebelan, y nos revelan. Quizás aquel que deba ser el perdido sea el espectador. Y si hay que recorrer largas galerías circulares, abrir escotillas, o rasgar bosques de velos la vida entera para conocernos de verdad a nosotros mismos, bien vale la pena jugar este juego.