Tuesday, January 30, 2007

Mis éxitos del verano



Acabo de regresar de una curativa estadía en la costa, me hacía falta creo para acabar de exorcizar un par de demonios que erraban por mis tierras. Escribe Jung que son los dioses y demonios los que quieren convertirse en hombres y no al revés y no es bueno que lo logren… Supongo que eso explica la existencia de santos y poseídos, de delincuentes y modelos parlanchinas de televisión…Ciertamente no es fácil salvaguardar la individuación de cada hombre, yo lucho a veces cruentamente por mantener la mía. Necesito mirar el mar al atardecer algunas horas, al menos una vez al año y creo que eso en verdad me ayuda en este a veces brutal proceso.

Como si el mar estuviera cerca, se siente una exaltación en la sangre, dice Borges bellamente, adhiero a ello y por ello busco el mar como lugar de retiro estival. El bautismo de sus aguas frías e intensas, la visio beatifica de los rayos de sol amonedándose en las ondulantes corrientes azules, la lontananza libre y su desoladora libertad te invitan a amar el mar para siempre y también respetarlo a quieta distancia. Sus olas amistosas pueden llevarse a cualquiera cuando lo deseen, para mí es la mejor metáfora del Pleroma que pueda existir. Basta la proximidad de su aire para que todo lo olvide y sonría…

Tengo ritos marítimos a los que soy fiel. Mis prácticas paganas, mitología individual que le llaman, incluyen pararse en la roca más alta frente al mar y audicionar la música apropiada en la hora justa del día. Así, mientras viajo por la carretera rodeada de cerros y bosques voy escuchando Lost and Found de Fred Frith y me siento como en Step Across The Border, (road movie más que recomendable, jefe), esa gentil melodía de violín con aires eurasiáticos se te pega en la mente por semanas; ya entrevisto el océano, aparece automáticamente en mi cabeza el juguetón solo de órgano Riviera de Robert Wyatt en A Last Straw, sí, la misma de Rock Bottom (jubilosa y caóticamente comentado en una entrega anterior, busque en los archivos, busque) y cuando el track termina con esa guitarra ondulante no quieres sino arrojarte a las olas de puro contento.

A todo esto añado varias canciones de Cocteau Twins una vez que logro sentarme entre las rocas a contemplar el océano, podría estar horas, extático. Pero como ya hable largamente de Rock Bottom y de por qué creo que los Cocteau son sublimes quiero comentar ahora tres discos océanicos imprescindibles que usted buen hombre debiera procurarse:

1) Budd-Raymonde-Guthrie-Fraser: The Moon and The Melodies Ok, estoy haciendo trampa, pero vamos, qué escritor no lo hace, véase al malandrín de Dan Brown como ejemplo, pero la verdad es que los Cocteau decidieron firmar esta colaboración con Harold Budd sólo con sus apellidos entiendo que para que sus fans no confundieran este trabajo con el corpus que ellos hacían como banda en aquel tiempo , lo que no se entiende muy bien porque este disco encaja perfectamente entre los epes de 1985 yla obra maestra Victorialand del ‘86. Harold Budd es un extraordinario pianista estadounidense de la escuela minimalista de Riley y Young. Grabó con Brian Eno y Daniel Lanois el delicado y también océanico The Pearl y también ha trabajado con Hector Zazou. Generalmente graba solo y sus mesmerizantes arpegios en piano eléctrico son toda una marca registrada, la que ha sido catalogada dentro de la corriente minimalista como beautiful music. Este trabajo quizás pueda crear expectativas exageradas y en ocasiones parece que una cara fuera enteramente Budd y otra Cocteau Twins, pero los resultados son eficaces. Temas como Sea swallow me, (por favor no den ideas) o She will destroy you (por favor, insisto) reexponen la tersura de su enfoque pop característico mientras que la alucinante Memory Gongs y Why do you love me traen la belleza de la improvisación de Budd acompañado de la guitarra de Guthrie, el pianista describe figuras repetitivas en constante modulación circular, acentuando la facultad evocadora de su sonido, en el segundo la guitarra de Guthrie modula notas pedal acompañada de las cadencias de Budd. Me fascina Memory Gongs y juro que veo formas hiperdimensionales en el mar cuando escucho este tema cerca del oleaje.

2) Camberwell Now: All’s well: Para mí, la sorpresa del mes, me costó obtenerlo bastante así que lo llevé a la playa para audicionarlo al sol y me cautivó casi de inmediato. Los seguidores de This Heat quizás les parezca que esta es una continuación de Deceit (el mejor disco post punk de la historia) o una “suavización” del sonido industrial de esta gran desconocida banda. En verdad Camberwell Now es el proyecto subsecuente de Charles Hayward, baterista, cantante y compositor que además ha tocado en el super grupo Quiet Sun, en Hat Shoes con Amy Denio y Tom Cora y en la encarnación más reciente de Massacre con Fred Frith y Bill Laswell. En la entrevista que dio a Andrew King en el imprescindible Plunderphonics, Pataphysics and Pop Mechanics Hayward califica a esta música de “fuertemente atada conceptualmente”. Las características esenciales de esta banda de –infortunadamente- corta vida son letras de fuerte contenido político, bases pop con fuerte presencia de la batería, loops, drones y cintas gatillados desde el increíble switchboard, especie de pre sampler que conectaba un teclado a diferentes reproductores de cintas a cargo del ingeniero Steven Richard y el bajo granuloso de Trefor Goronwy que aparece a veces paneado creando interesantes texturas que contribuyen al efecto de trance al cual Hayward es tan afecto. Este disco en especial compila los esfuerzos de la banda en dos epés y un solo largaduración. La primera parte, correspondiente al EP Meridians, evoca al imperialismo británico y su decadencia ( como en For those in peril on the sea), que parece haber sido grabada bajo las aguas por los ahogados, naves a vela y viajes donde se ignoran las culturas con las que se negociará(Cutty Sark), buscadores de perla que por nula recompensa entregan estas costosas joyas que adornarán collares de mujeres en el viejo mundo, como en la bella e inolvidable Pearl Divers que parece haber sido grabada en lo profundo de aguas índigo. Resplash nos traslada a la visión de navegaciones bajo arduos días de sol, mientras que la segunda parte, en la que destacan The Ghost Trade y sus darmáticas ralentizaciones y la resemblanza étnica de Wheat Figures nos inundan de drama y emoción en medio de la alienación y comodidad de la violenta urbe. Voces grabadas de la tele, cambios de ritmo, electricidad saturada y texturas suspendidas provocan crisis y crítica en la mente, que serán continuadas por Hayward en sus notables álbumes solistas Skew Whiff, Switch on War y el íntimo Survive the Gesture, en este último, creo a través de la inolvidable Australia. Trip con alto contenido. Excelente.

3) Gavin Bryars: The Sinking of The Titanic. Lo recomendaron bastante algunos amigos y críticos entusiastas. Dado el boom de la sobrevalorada películasobre el malogrado trasatlántico opté por sepultar, literalmente , la idea. Había leído acerca de Bryars y revisado algunas de sus partituras. Me pareció en un principio uno de esos provocadores chantas de Fluxus, pero al leer la entrevista que Derek Bailey le hizo en su clásico libro Improvisation descubrí a un músico
inteligente y articulado. Luego escuché The Sinking y su suave y descendente decurso me dejó extático. Aquí hay un maestro de los de verdad. El entramado conceptual que rige la obra, de partitura sorprendentemente abierta pretende registrar un hecho real: Durante el hundimiento del barco, el conjunto de músicos abordo opta por seguir tocando mientras se hunden. Ejecutan un himno presbiteriano, Autumn y no se detienen hasta su trágico final. Nadie piense aquí que esto es mera música programática o BSO imaginaria, no, la fantasía de Bryars lo lleva a concebir que los músicos siguen tocando mientras se siguen hundiendo en lo profundo del mar, para ello aunque la melodía se repite en las delicadas cuerdas en legato, una y otra vez en la hora y más de duración, las sonoridades orquestales se van enriqueciendo en densidad y profundidad; todo ello más la presencia de voces angelicales de niños entonando un amén que te pone los pelos de punta, pesados bronces llevando el bajo a subfrecuencias abisales, notas de blocs chinos reproduciendo el código morse de la llamada de auxilio del barco al momento del desastre, un lúdico clarinete bajo que parece un pez cimbreándose configuran la embriagadora atmósfera propia de toda obra maestra. Historia e imaginación iluminan un estado, una sensación, una voluntad, imposible no llenarse de lágrimas ante cada audición.

Y bien amigos, esos fueron nuestros éxitos del verano, ja. Entiendo que ni siquiera he transmitido un fragmento de mis emociones cada vez que oigo estas obras. Pero he dejado huellas al menos. Con el verdadero arte algo ocurre, no eres el mismo, aprendes de ti, y bajo el nítido oleaje, el sol amonedado, las aguas mesméricas, el Todo te sorprende, después de eso, que quiero que todo este 2007 sea posible. Dictum.


Hipertextografía:

Gavin Bryars
http://www.gavinbryars.com/Pages/titanic_point.html

Camberwell Now
http://www.furious.com/PERFECT/thisheat.html

The Moon and The Melodies
http://www.cocteautwins.com/html/history/history11.html