Tuesday, February 13, 2007

El arma cargada de John Cale I

Con The Velvet Underground, dándole al bajo, nuestro músico galés favorito

Deja que haya rock

En alguna oportunidad Peter Gabriel declaró que una de las máximas atracciones que el rock le proporcionaban era sentarse al piano y gritar lo que fuera por horas. Es que en ello reside ciertamente el sentido básico del rock, música dionisíaca por excelencia, el propio sentido obsceno del término en slang negro lo evidencia, música desenfrenada, telúrica, catártica, como cualquiera puede apreciarlo yendo a un concierto, y que escandalizó en su momento y aún lo sigue haciendo al establishment que tanto vela por la moral y las buenas costumbres… mientras expolian y fornican en lo secreto.

Quizás al ser expresión física e íntima refrendada socialmente el rock tiene y tendrá una larga vida, se lo dijo en la cara Neil Young a los punks. Más aún, al ser telúrico y raspar las puertas de las emociones y deseos profundos de los hombres es perfectamente lógico hablar de música demoníaca. Pero repito que no lo uso en el sentido pudibundo de los propagandistas cristianos ni menos en la jerga impostada del pseudo rock satánico, variante de teatrillo a cargo de tipos guturales y desafinados que ni siquiera saben qué significa el nombre del arquetipo del mal y que les sirve sólo para llevar rubias a la cama. Pienso en el daimon griego y en sus ecos nietzcheanos, la energía desaforada que brota desde los sentidos impulsando al hombre hacia las fronteras de lo racional, reencontrándose con sus raices naturales… y con las otras… que quizás son las verdaderas.

Por supuesto que en manos de los gerentes y mercachifles gran parte de la música rock de hoy en día es mero placebo enlatado y con cada vez más fecha cercana de vencimiento. Es divertido escuchar bandas cada vez más jóvenes ruidosas e irresponsables en sus primeros pasos, luego devenidos en deprimidas y exhaustas pandillas de zombies, apenas pisan su primer estudio profesional y viendo toneladas de dólares a cambio de ver sus canciones enteramente maquilladas y remodeladas por algún productor hot, especies de Phil Spector con resaca. Pero hastía rápido. “A tu vida le falta rock”, farfulla una radio chilena por ahí, y como no me interesan los clones aburridos de Led Zepellin o Axel Rose vuelvo al rock de verdad… y ahí me encuentro con el adusto vozarrón torturado de John Cale.

Esperando al hombre

John Cale… ese genio galés que dio junto a Lou Reed una de las más grandes formaciones de la historia: The Velvet Underground es un referente para hablar de esa faceta telúrica, demoníaca del rock de verdad, una música que eriza la piel, violencia de lujo, artículo de primera necesidad. Espero argumentar exitosamente por qué creo que hay que buscar en John Cale y no en otros esa base “maldita” del rock.

Pianista inspirado y violista virtuoso y arriesgado, ex estudiante de un Xenakis algo ofuscado por las intenciones destructivas de su alumno, llega a la siempre enfebrecida ciudad estado de Nueva York. Prontamente se da a conocer interpretando la infame Vexations de Eric Satie, organizada por John Cage a mediados de los sesenta, esa partitura burlona que debe repetirse 840 veces logró notoriedad, enseguida Cale es invitado por Lamonte Young en el célebre conjunto que lo unió a Tony Conrad, Angus Mc Lise, The Theater of Eternal Music según la nomenclatura algo hiperbólica de Young, The Dream Syndicate según Conrad quien entablaría demandas contra el autor de The Turtle, His dreams and Journeys por la decisión de éste de ocultar las cintas de los primeros intentos de lo que hoy conocemos como minimalismo: repetición, líneas suspendidas de cuerdas senza vibrato que se prolongan por largos minutos, drones extendidos, nuevas técnicas de vocalización, búsqueda de nuevos sistemas de afinación que darán origen al interesante sistema de Just Intonation caracterizan a esta formación. Tras numerosos impasses entre Young, su esposa Miriam Zazeela por un lado y Conrad y Cale por otro, éste último toma contacto con dos personajes claves: Andy Warhol y Lou Reed. Con ellos viene el rock, el arte pop, new york y todos los fantasmas y excesos que vivir allí conlleva. Pienso que es cierto que Young es el gestor de un sonido único y un sistema que debiera dar más rendimiento estético a futuro, pero no puede desdeñar la colaboración de Cale y Conrad en sus etapas preliminares, la creación colectiva no siempre es mala.

Descendiendo a los subterráneos de terciopelo

Ignorados en su tiempo, rescatados, algo tarde, hoy, los Velvet fueron vistos como una curiosidad más del por entonces pintoresco Warhol, incluso bastante prensa creía que el gran artista pop era el guitarrista. Fue sí productor del primer disco y autor de las portadas de éste (la famosa y fálica “banana”) y del segundo disco. Creo personalmente que la música de Velvet Underground terminó siendo más actual y vital que mucho del abúlico hippismo psicodélico de la costa oeste. Cale y Reed integraron una sociedad autoral altamente meritoria y productiva, la bochornosa salida de Cale de la banda al comenzar el año 1969, fruto de la egomanía de Lou Reed (que existe y en cantidades siderales, digámoslo) acabó con lo que habría sido una gloriosa actualización de una dupla genial de compositores estilo Lennon Mc Cartney: Al brillante talento poético y a la fuerte vena rockandrollera de Reed se unía la sofisticación arreglista de Cale y su gran fuerza interpretativa en viola, bajo y teclado. Clásicos como Heroine, Venus in Furs, White Light White Heat hacen un creativo uso de la repetición y los drones, Sunday Morning, Stephanie Says , I’ll Be Your Mirror o All Tomorrow Parties son la muestra de lo que una canción pop perfecta puede dar, European Son y Sister Ray exaltan la saturación y el feedback como nueva herramienta compositiva y no como residuos de torpeza en la ejecución, como se creía hasta entonces. Claro que Hendrix también la usa, pero más bien como accesorio, el primer Velvet basó la totalidad de su estética en el ruido. Notable en este último tema es el duelo entre la guitarra de Reed y el órgano de Cale, claro comentario sonoro de lo que ocurría entre ambos alguna vez buenos amigos.

Cale ha dicho que la Velvet buscaba el caos, sus conciertos eran la prueba más ferviente de ello: Tocando a tope de volumen basándose en la repetitiva y monótona base rítmica de la batería de Moe Tucker y la guitarra de Sterling Morrison y las furiosas improvisaciones de Reed y Cale, The Velvet Underground causaron consternación, refrendada por sus ropas negras, actitud deadpan y sus letras urbanas y fuertemente provocativas (queda más que claro con la citada Venus… o con la malentendida Waiting for The Man, titulada así supongo para ocultar el explícito sentido del título) . Rock en estado puro, por tanto, pero desligándose de la veta clásica, la parte negra, logrando crear una versión íntegramente blanca por vez primera, siempre sensual, siempre intenso, mas dejando un lado el blues y el soul y buscando un trance descreído e irónico, buscando abrir las puertas del subconsciente, no a través del letargo de los trips lisérgicos californianos sino del drama suburbano de una generación que tuvo que liárselas en serio con el mundo real cerca cada vez más de debacles financieras y crisis energéticas. The Velvet Underground revelaba la pulsión del deseo furioso, reprimido por una civilización pulcra y ordenada refugiada en concreto y racionalidad económica, cobardemente transada en narcotráfico y sexo pagado. Así, a diferencia del hippismo The Velvet no evitó sino que reveló y encaró atronadoramente esa evidencia. Rock no sólo era amor también odio. No es raro que todos los punks los aclamaran como padres fundadores (junto a MC5 y The Stooges, producidos por Cale, aclaremos) No fueron bien recibidos en los años de paz y amor, el verano del amor no tenía espacio para estos tipos tan perturbadores de la ilusión del flower power.

Cale es expulsado por Reed como dijimos a comienzos de 1969 y éste se lleva, creo yo, los mejores ingredientes del sonido de The Velvet Underground. Pese a que Reed logra firmar gemas como Pale Blue Eyes o Beginning To See The Light, falta en los discos posteriores la crudeza y el vanguardismo que indudablemente eran parte del sello de Cale.

La iglesia de dos miembros

Pronto éste obtendrá un contrato discográfico y lanzará tres discos iniciales que provocarán el desconcierto de sus fans, actitud fomentada por un Cale siempre renuente a transar y convertir su arte en fanfarronadas de crowdpleaser (qué buen término gringo). Vintage Violence , notable metáfora, por lo demás, trae el country rock y bellas baladas en un Cale que se niega a reeditar el sonido de la Velvet, The Academy in Peril contiene composiciones de música docta de Cale, - sospecho que las tenía guardadas desde hace tiempo- y luego se une a Terry Riley (sí señor, el mismo) para grabar el histórico e ignorado Church of Anthrax. En el track del mismo nombre reaparece por primera vez el bajo reverberado que Cale usaba con la Velvet, pero al servicio de las escalas cíclicas y múltiples de Riley. El resultado es un disco que media entre el jazz modal de Ides of March, con Cale en la batería (!) y una particular híbrido entre romanticismo tardío y minimalismo, especialmente en la bella The Hall of Mirrors in the Palace at Versalles, las sutiles líneas cíclicas del saxo soprano de Riley alternan sabiamente con un piano liederístico que Cale ejecuta pasionalmente como pocos. The Soul of Patrick Lee es la discreta canción que cierra el álbum pero que anticipa la notable trilogía que Cale grabará para Island Records: Paris 1919, Fear y Slow Dazzle, donde tendremos la radiografía más profunda de este gran artista que los medios insisten flojamente en soslayar.

Continuará…

Bonus track estilo "joya", Sunday Morning, cortesía-de-Youtube:


Hipertextografia

El mejor fansite de John Cale
http://www.xs4all.nl/~werksman/cale/

Fansite de The Velvet Underground
http://www.velvetunderground.com/

In espagnole
http://www.ivys.es/babilonia/velvet.htm