Sunday, September 06, 2009

Galería de instrumentos subvalorados (I)






Escribo nuevamente, pero no me daré ni te daré explicaciones mundanas oh, lector agazapado en el anonimato de los bits, de por qué la demora. Los negocios que no son de mi Padre (Cronos), sino el mero laburo, me han alejado de mi deber cívico de mantener actualizada esta “red-social”, (pronúnciese en shileno) como dicen los siúticos sátrapas del ciberespacio... en fin.


La tarea del que comete la impudicia de ser compositor hoy en día se hace cada vez más difícil, no lo digo por el espejismo de la originalidad de la obra de arte, más bien porque hoy tenemos más que nunca acceso a tantos instrumentos, tantas tradiciones y músicas que el repertorio sonoro y las muchas preguntas que genera su elección se puede hacer todo un enojoso preludio, incluso antes de ir a buscar una sola nota al piano. (¿O usted, hombre rudo, compone mientras lo apretujan en el metro o en la ducha madrugadora inspirado por los ángeles?).

Evidentemente la palette se ha ampliado y a los colores que definieron Berlioz y Rimsky-Korsakoff en sus tratados ( y el venerable Hugo Riemann en uno de esos libritos cafés de Labor que me recuerdan a Franco, cómo te explico...) se han agregado miríadas de instrumentos étnicos y electrónicos. La tesitura tradicional de la orquesta coexiste con berimbaus, bousoukies, balafones, didgeridoos, guitarras eléctricas, órganos hammond, tornamesas, etc. De manera que, como dice Chris Cutler, si quieres un sonido gordo y potente de un bajo de 32 pies, no amerita usar como Carl Orff cinco pianos, sino un bajo eléctrico con reverb a alto volumen. Ligeti expondrá la espectralidad de una orquesta de percusión para imitar el sonido salido de los estudios de Köln, por ejemplo, entre tantos otros.


No obstante revisando mis discos, artículos o conciertos a los que he acudido o las partituras que de tiempo en tiempo caen en mis manos, noto que hay ciertos instrumentos de la orquesta misma que no reciben las palmas de Píndaro a la hora de figurar en los top ten de instrumentación, donde, como se sabe, el piano, el violín o el clarinete no parecen tener competidores (excepción de la flauta, la guitarra, o el saxo probablemente). Quiero dejar hoy unos pocos comentarios alabando algunos de mis instrumentos fetiches, ladies and gentlemen, ¡la galería de instrumentos subvalorados 2009!


6 Contrafagot: Pariente exiliado de un aún más renegado fagot. Lo dice Zappa, que no yo, tiene más atractivo y “prospecto social” (lo leí en El Merculo) que la pequeña Coni o el pequeño Mati toquen el violín para los tíos sangrones de la parcela que irrumpir entre el té y las galletitas con la introducción de Le Sacre du Printemps. Su primo grandote suena, como sabe usted, señora, una octava más baja de lo que se anota y apuntala maravillosamente los bajos de la orquesta. Beethoven junta a los primos y al bombo para marcar el paso de las estrellas en el más que glorioso Finale de la Novena, Ravel lo usa en el inicio del Concierto para la mano izquierda y Bartok como parte de Barbazul. Carl Stalling lo usa valientemente como solista en sus desquciadas parituras clásicas para los Looney Tunes. En The Fall of Usher House del primer disco de Alan Parsons Project, una espeluznante nota de pedal que servía como gozne entre dos secciones me voló la cabeza y me hizo amar a estos dos primos. Aunque hay repertorio orquestal para darle de comer al contrafagotista, en la música de cámara parece no haber muchos ejemplos. Fellini lo usa, pésimamente como metáfora de una pega que nadie quiere en Ensayo de orquesta. Lástima. Más adelante, era que no, se viene el homenaje al primo chico. En este video, un entusiasta del contrafagot demuestra que se pueden despachar unos buenos licks. No suena mal:







5 Armonio:

De acuerdo, no suena majestuoso como el órgano de tu iglesia ricachona y decadente (me encanta el instrumento rey, en todo caso) y, peor aún, tiene un regusto medio canuto tipo señora gringa onda Bible belt, pero su textura vagamente melancólica ofrece un grato colchón para entretejer más de algún adagio otoñal o hiperbóreo. Recuérdese a Ivor Cutler recitando en medio de la lluvia con un armonio en las Miniatures de Morgan Fisher o al uso que se le da al final de Kid A de Radiohead. Schoenberg despliega toda la variedad tímbrica de sus stops en Herzgewasche, Webern incluye breves pero efectivos pasajes en algunas de sus Diez piezas para orquesta Op. 10. No podemos dejar atrás a Univers Zero y su rotundo rescate del instrumento, en especial en ese par de joyas del Chamber rock que son 1313 y Heresie. Su líder Daniel Denis ha declarado que sacó muchas de sus oscuras y afiladas melodías de esta joyita de teclas y láminas vibrantes. Lo he tocado un par de veces, cansa un poco el tema del pedal, pero si andas en bibicleta, furioso, y te da lata trasladar a tu ensamble donde el curita cascarrabias y te cansan los hammond super rockeros ( que también me gustan), este instrumento te saca de apuros.

Acá Penguin Café Orchestra nos muestra qué dulces momentos se pueden obtener del armonio:





Me gustan las causas perdidas y me importan un bledo los sesenta, qué le voy a hacer. Pero si algún lector, o lectora mejor, conoce aún más repertorio de estas maravillas de la acústica, por favor pos-t-é-e! Esta historia continuará...