Monday, January 18, 2010

Galería de instrumentos subvalorados II





















Arriba: Herr Brotzmann armado de su saxo barítono, achtung!!
Abajo: Corno inglés, dígame que no es lindo, señora...


Agradeciendo los gentiles posteos de los lectores, noblesse oblige, empiezo este nuevo año… algo triste por los avatares electorales de mi país, es de esperar que los nuevos gerentes que eligió la mitad de Chile no sean un triste clon de los penosos republicanos que tuvieron al célebre burro de Bush como presidente.

Veremos…

Vuelvo a mi melancólica galería de instrumentos acorralados en el cuatro trastero… pero ocurre que, sea el sótano o el altillo, ¿no es este el mágico lugar de las revelaciones? ¿No es este el lugar más alucinante para todo niño que se precie de verdad? Templo de la curiosidad, del misterio, del secreto familiar que no debe ser revelado. Ahí encuentro estos instrumentos cuando la cultura y las academias los desprecian.

Sigamos:

4) Corno inglés: Como se sabe, este nombre es algo así como un faux ami, por la sencilla razón de que este noble familiar de las maderas no es inglés, más bien la etimología sugiere que vendría a ser algo así como cor anglais o corno angulado, lo que no es muy claro dado que es un instrumento recto con esa bella corona ovalada final. Es el alto de la familia de los oboes y aún se lo sigue presentando como instrumento excepcional, de hecho, suele tocarlo el segundo o tercer oboísta. Su sonido tan especial tiene una cualidad nasal que fascina por su fragilidad, pero, al tener esta tesitura tan particular los siglos anteriores no conocen por ejemplo numerosos ejemplos de conciertos de corno inglés y orquesta. Puedo estar equivocado pero creo que Dvorak y Wagner, sobre todo, es uno de los primeros en concederle un papel preponderante en el comienzo del segundo acto de Tristan und Isolde. Una de sus mejores páginas la constituye el segundo movimiento del Concierto para piano y orquesta en sol mayor de Maurice Ravel (sí, ya dije alguna vez que me emociono hasta el colapso con ese piano en cascada y el diálogo delicioso de la flauta y nuestro invitado estrella de hoy). Un segmento memorable hacia el final de Nuages de Debussy y el célebre motivo casi saltarín a lo largo de el demoníaco Sacre de Stravinsky también refuerzan su repertorio. Desde entonces, el siglo XX conoció al corno inglés como invitado frecuente de la familia de las maderas en la orquesta, pero poco como instrumento de cámara, se me viene a la memoria principalmente Zeitmasse de Stockhausen, donde el virtuosismo dado a las líneas de este instrumento reclaman más que una primera audición. En el pop, el duo inicial del corno con la voz de Brian Wilson en Waiting for the day, de Pet Sounds es uno de los pocos elementos de felice recordación (Cervantes dixit). El corno inglés es capaz de todas las técnicas virtuosas del oboe y creo que tiene nuances más delicadas que el saxo soprano. A propósito, paso al siguiente cuadro de mi solitaria galería.

Escuche esa bella melodía de Leroy Osmond, cual Inspector Morse en una solitaria noche dipsómana:



3) Saxo barítono: El saxo es el instrumento estrella del siglo XX. Quizás ni en sus sueños más mercantilistas Adolph Sax soñó con una popularización tal de algunos de los miembros de la noble progenie que su inquieta mente generó a fines del siglo XIX. Primero el jazz y luego el pop hicieron del saxo un instrumento con asiento regular y clase VIP. No viene el caso detallar la lista interminable de saxofonistas que generaron un repertorio de excepción, el que incluye obviamente a Trane, a John Gilmore, a Marshall Allen, a Albert Ayler, Elton Dean, Evan Parker y John Zorn interalia (Sí, nombre a los que más me gustan, señora, ¡es mi blog, caramba!). Escribo “algunos miembros” porque, en honor a la verdad tan sólo el saxo alto y el tenor son los más utilizados por los solistas, además del soprano (pienso en Evan Parker, no en ese fraude de Kenny G). ¿Pero que hay del casi ignoto saxo bajo, usado por Anthony Braxton y Frank Zappa o de uno de mis favoritos, el barítono? Sus multifónicos extasiantes, su noble profundidad en los graves y su fraseo sensible descuellan en manos de un Peter Brotzmann (¿han escuchado ese brutal asalto que es Machine Gun de 1968? Háganlo y van a mandar a los chicos metaleros de vuelta al kínder), de los Becker Brothers o de un Gert Mulligan, quizás su exponente más conocido. En Chile, Crisosto lo toca con la vitalidad y el humor que hacen de Fulano una de las mejores bandas de-este-lado-del-mundo. Sin embargo no tengo muchos ejemplos por lo postergado de este pariente grandote del solemne tenor o el histérico alto. Más aún, el repertorio contemporáneo ignora sus muchas virtudes sonoras. Puede ser usado como un bajo dinámico y poderoso en lugar de un bajo eléctrico o un contrabajo.

Aquí va, pues un fragmento de Machine Gun, afírmese:



Hoy por hoy, que tantos gestos y posturas se agotan en perpetuo auto(f)homenaje, ¿por qué no experimentar con este y otros brillantes instrumentos ocultos entre bártulos, trapos y maniquíes que sobrepueblan el cuarto trastero del siglo?

Finaliza en la próxima entrega.