Saturday, January 22, 2011

Nada nuevo bajo el sol

I lock the door upon myself de Fernand Khnopff

Una de las sensaciones más extrañas que puede experimentarse en una vida hilética, esto es, meramente pequeño burguesa, es quedarse sin trabajo a comienzos del verano. Perplejidad, frustración, breve terror absoluto frente a un futuro desmedrado en materia de cuenta bancaria mezclado con una sensación de deja vú . Sí, señora, ¿quién no ha sido despedido más de una vez en el curso de su vida sometida a los caprichos del adiposo mercado? Trabajo full time en prestigioso colegio anglosajón de pronto cesado por una mezcla de sospechoso reajuste económico y más que evidente envidia patronal y, a fin de cuentas, kafkianamente arrojado a las piedras pateables y al baile de los que sobran. “Bienvenido a la mediocridad” fue el brindis memorable que un chusco escupió en mi despedida, etílica ceremonia cuya única virtud (tus compañeros de trabajo, salvo los buenos amigos, ya te olvidaron en el mismo minuto) es la generosa profusión de libaciones a costa de los otros. Parece existir en los chilenos la creencia penosa de que ser expelido de una institución aristocrática equivale a tu condena social sin remedio.

Recuerdo un haikú que escribí como parte de un libro de poemas rigurosamente inédito -es caro publicar en Shile, señora, usted sabe, sobre todo si (largo argumento de meteco)-:

Cesante

Un pez del río

Cazado por el gato

Del emperador.

Aún así el sol brilla con intensidad y el verano nuevamente me obsequia tardes de reverie y consolación, cual cocodrilo -especie con la cual progresivamente tiendo a identificarme a medida que envejezco-conjuro sumergido en el agua estos álgidos días.

Nadando en el crepúsculo, pareciera que intento dilatar al infinito ese momento, como esquivando a un Heráclito ineluctable, el agua me dilacera el pecho, relumbrando bajo el sol muriente que aún persiste en destellar entre dos columnas de concreto hacia el oeste donde sé que está el mar que me fue vedado este vez y yo, tenazmente, sigo braceando. Me quieren sacar del agua y desecar en la puerilidad del mundo de las cosas. No entiendo la banal insistencia de los que subsisten de la aprobación de los otros. Que otros bailen músicas del fracaso y la mendicidad del chorreo yo persisto en mis rituales y prospecciones personales: Mi corazón tiene mucho más que decirme que tu supermercado de abstrusidades y trivialidades multicolores; como aquel cuadro de Fernand Khnopff que me quita el sueño, I lock the door upon myself, yo no hago caso, en estos días escucho al populoso y complaciente genio de Richard Strauss y juego a confrontarlo a la abismante soledad cósmica de Gustav Mahler, puede haber un tronco común entre Also sprache Zaratustra y la Titan Symphonie, pueden encontrarse ambos cauces flamígeros de algún modo en el decurso torrentoso del espíritu; cesa el día, cesan los trabajos, pero nunca jamás el fuego, que también puede brindar la mejor de sus gemas incluso bajo el agua.


Fragmento de la Sinfonia 1 de Mahler: III


Fragmento de Also Sprache Zaratustra de Strauss