Saturday, October 22, 2011

Mientras tanto, en el salón de la justicia...



No soy un tipo que vibre particularmente con los monopolios, no alabo a los que ganan porque ganan o tienen la sartén por el único lado por donde no pueden quemarse. Pacientemente el mundo y yo hemos ido labrando una prudente distancia. Con una diferencia, que, por ahora, me absuelve de ocuparme de él: Yo sé lo que pasa con él; él no tiene idea qué pasa conmigo. Gotcha…

Las gentes parecen despertar de letargo que les insuflaron los mercachifles, hablan cada vez más fuerte. Las redes (virtualmente) sociales colapsan de gritos y consignas de todo tipo. En el salón del mal, los líderes bancarios y sus sicarios de las bolsas de valores se miran intrigados. Ya el oráculo del dow jones no es tan efectivo ¿Hora de pagarle al Tentador?

Me gusta la metáfora comiquera, la mezcolanza popular divertida con el discurso que quiere decir algo puede ser algo más que una figura retórica y para probarlo reproduzco una vez más en el dulce rigor de mi soledad los discos de Rock In Opposition que lo demuestran. En el salón de la justicia, esto es, en el único espacio inquieto tolerable que es la música, tengo algo más que una vernissage para apurar unos tragos. Tengo libertad que fluye de los auriculares a borbotones. Tengo varias bandas y amigos verdaderos a mis alrededor, en, fin, carry on…

Estos días me han traído el viento fresco de la bella y divertida música que nos legó ese sublime clown: Lars Hollmer. Como solista, como líder de la Looping Home Orchestra o, como es mejor conocido, con las variadas versiones de Samla Mammas Manna, también como sideman de Fred Frith en el seminal Gravity, y tantos otros. Sammla Mammas Manna es una banda sueca que toma su extraordinario nombre de la sana costumbre de los cronopios de escuchar a los niños inventando nombres. Maltid o “La hora de la colación “ es, además del glorioso disco folk cósmico que es, toda una declaración de principios que aparece refrendada en la carátula: Remember: Joy is contagious! Para llevar ese slogan a la práctica harán uso de una rítmica desenfadada, un uso más que inventivo del estudio, de melodías inolvidables, de virtuosismo y colorismo tímbrico a borbotones, de aires circenses que también aparecen, con variantes un poco más sarcásticas, en sus amigos de Etron Fou Leloublan. En una de las últimas encarnaciones de este proyecto, Von Zamla, Lasse (así lo llamaban quienes tuvieron la suerte de ser sus amigos) no halla nada mejor que iniciar su primer disco Zamlaranama con Harujanta, ése clásico instantáneo que no dejo de tararear en todos lados, ante la consternación de transeúntes y alumnos por igual. Usando la clásica impronta del rock europeo no gringuizado, de la mano de fagot y oboe, cortesía de Michel Breckmans, (el mismo de tantos proyectos increíbles) de glockenspiel y acordeón, de teclados, guitarras, bajos, percusiones y falsetes divertidos, Hollmer nos da algo más que el RIO quintaesenciado en esos trepidantes 7 minutos y 50 segundos: Tiene la virtud de brindarnos, en capa tras capa, y de un modo casi inagotable, diversas formas de felicidad… Espero que, donde esté el gran maestro sueco esté divirtiendo a quizás que númenes con su aura esplendorosa de comediante glorioso.



Harujanta... sin palabras.

Volapuk es el proyecto más reciente de Gigou Chenevier, el rabioso tamborilero de Etron Fou. Llevan cuatro discos. Destaco el primero, Le Feu de Tigre, donde un trío de batería, clarinete bajo y cello se llena de contrapunto, rítmica incisiva e intempestivos cambios de temperamento y agógica. Presiento que algunos temas le quedaron a Chenevier de la cantera de Etron Fou como la sarcástica y antiyanqui Coca Cola. Otros temas como Aimables Innombrables, Bach is Back , El sombrero, y el track homónimo extraen todos los colores y técnicas extendidas de cada instrumentos, citas auténticas y falsas de música clásica y folklórica, líneas melódicas complicadas, armonías stravinskianas y un variado y atractivo etcétera, que finalmente confirman la capacidad irreductible del queridísimo Samba Scout para reinventarse . Divertido, complejo, siempre pionero. Excelente.


Bach is back... not dead

Amigos cercanos de Zamla, los belgas Aksak Maboul básicamente son el duo de Mark Hollander y Vincent Kenis, en teclados, clarinete y cuerdas, respectivamente. Escucho Onze dances pour combatir la migraine, su primer disco, yo ya conocía el segundo, Un peu de l’ame de bandits, que contaba no sólo con las considerables garantías de Frith y Chris Cutler y otra vez ese genio travieso de Michel Breckmans, sino que con el ABC propio de lo que se ha llamado Rock in Opposition. Al virtuosismo instrumental, el poliestilismo se le agrega la plunderphonia (esto es, el sampling creativo, la intertextualidad podríamos llamar inventiva de registros discográficos previos) y el dadá (el disco incluye el recurso de Tristan Tzara de componer un tango en base a partituras recortadas en tijera y cuyos fragmentos fueron mezclados no en el estudio, sino en un sombrero). Onze dances… ya presentaba estos y otros elementos con una instrumentación mucho más camarística e íntima. Guitarra, piano, clarinete. Órgano, samplers antes de que los samplers existieran (la cita aparece en el booklet de Un peu…)Pero ya el sentido del humor y la multiplicidad de estilos e intenciones aflora por todos lados: Voces infantiles, falsa música étnica, tríos bartokianos, actitud a lo Erik Satie, proto tecno (escúchese la increíble Saure Gurke), muzak irónico, etc. se suceden para deleite del auditor, que encuentra una recompensa a cada nuevo track, como en un buffet electrónico que se pierde en el espacio. Es en este contexto que el disco Un peu… se comprende de un modo radicalmente nuevo, como una especie de segundo movimiento con aún más fuerzas orquestales en juego.



Saurke Gurke... a bailar, a bailar... en 1977!


Las vertientes del RIO nunca se secan y su vida útil parece gozar de excelente salud, gracias a las nuevas bandas que emergen de sellos como Recommended, Voiceprint o Cuneiform. De este último, y para cerrar esta jubilosa entrega, surgen los extraordinarios Birdsongs of The Mezosoic y su disco Dancing On A’A. Piano, sintetizador, guitarra y percusiones análogas y digitales se conjuran en una sorprendente y contundente fusión de jazz-rock, garage (ojo con la guitarra) y minimalismo. Es como si la agrupación de Phillip Glass hiciera una jam session mientras el otrora minimalista interesante compusiera, esto es, durmiera. El lenguaje de RIO surge claramente en el predominio rítmico, los cambios de métrica, las citas y timbres variados, el minimalismo west coast aflora en las líneas del piano y los secuenciadores, como ocurre en temas como Swamp, Ptinct o A band of Deborahs. El grupo aún está activo. Vale la pena seguir sus nuevos derroteros. No así el del ya repetido en la repetición autor de Einstein on the Beach



Un canto prehistórico de los pájaros mesosoicos, en su etapa inicial...

Posdata arqueológica: En Youtube puede encontrarse una actuación borrosa, de pésimo audio de Von Zamla tocando Harujanta. El archivo es como una postal sepia encontrada en una tienda olvidada de un mercado persa, un saludo sonriente de otro mundo irremisiblemente perdido…