Sunday, October 24, 2010

Consolamentum


Pero no, no puedo. Cierto es que las noticias felices del rescate de treinta y tres mineros de las fauces de uno de los peores accidentes laborales de nuestra historia deberían alegrarme. Y claro que emociona ver el alborozo de esos tipos comunes y corrientes que, en la hora más negra logran el milagro de la supervivencia against all odds, haciendo uso de todo lo que los xenófobos y esnobs de siempre no creen que tienen: Instinto, valor, lucidez y capacidad de organización. No, eso no se los dio un PHD en Boston ni un Think Tank sangrón. Dijeron cosas que no pueden olvidarse, “No somos héroes, somos víctimas”, “no somos artistas ni periodistas, somos trabajadores, somos mineros chilenos”, “ el minero de hoy puede conversar en la mesa de cualquiera”; pero ahora, salidos del fondo atroz de la tierra, la luz del sol parece una amenaza peor, los flashes de la parafernalia massmediática ya cayeron sobre ellos y el gobierno de quienes profitan de su máxima explotación exhiben el triunfo de ellos como si Piñera y sus acólitos hubieran sido los que salieron de la mina, pero claro, en la oscuridad queda la sombra macabra de una legislación paupérrima, clasista y sobreexplotadora, que los poderosos y sus superlobbystas no están dispuestos a cambiar tan dócilmente. El mercado dictará su anatema como siempre y los metecos debemos acatar. Salieron ellos, pero el dolor y la miseria que los llevo a ser enterrados vivos quedan como la metáfora de todos nosotros. Por eso nos alegramos nosotros y no ellos. Les dio rating, les permitió tapar tantas cosas, como los miles de damnificados del terremoto que nuestro jovial y pintoresco mandatario parece haber olvidado, absorto en la ufana gloria de sí mismo.

No, no puedo, octubre no quiere liberar a la primavera, vuelve a temblar y el calor y la luz no se deciden a retornar del todo. De niño solía amar el invierno, la estación que prefiguraba la muerte para los antiguos hoy es algo que ya empieza a inquietarme. Mal que mal no soy tan joven, a pesar de mis treinta y seis, me pesan en el inconsciente estos dos mil años de duda, perplejidad, de esa sensación ineluctable de estafa cósmica, de incómoda intuición de que algo está mal, y acecha… o permanece. El aura del arconte exuda abatimiento, invita a la misantropía, a la puerta cerrada, al lloro y crujir de dientes. Los cátaros lo sabían, y suministraban un sacramento especial a quienes no podían soportarlo más, abatidos por la vejez o una enfermedad terminal, consolamentum se llamaba. La aniquilación de estos nobles hombres por la triunfante iglesia católica y sus esbirros cruzados ha obscurecido los detalles de este ritual, pero no importa; gnóstico, al fin, puedo pertelar en esa palabra, la imagen que necesito. Las palabras y las caras que pululan en todos lados valen tan poco, tan devaluada es su moneda. Es entonces cuando surge la música, como diría Walter Benjamin, atrae este arte la mágica aura que conjura el dolor, conjura el deastre y lo torna en tiempo y espacio sagrados, ritual, liturgia. Hoy pienso en mis propios problemas y los del mundo, no puedo hacer nada, solo escuchar, en realidad eso es el Padre de la Luz, eso es el Tao, eso es conocer.

Me gustan las voces femeninas representando el dolor y el consuelo. Aquí van tres joyas que pueden exorcizar la maldita pena de soportar la existencia material y los dementes regentes que insisten en fomentarla, a esta altura quien sabe para qué.




Dead Can Dance, The Host of Seraphim. Lisa Gerard debería cantar esto en una catedral, frente a obispos, rabinos e imanes encadenados, como la fiscal de un tribunal.



Gorecki, Symphony of Sorrowful Songs, inspirado en una carta de una niña de 18 años asesinada por la Gestapo.



Richard Strauss, Im Abendrot, la compuso al finalizar la Segunda Guerra Mundial como parte de las Vier letzer Lieder para voz y orquesta, al contemplar el horror de su patria aniquilada por la guerra. En la serie Leaving Home dirigida por Simon Rattle sobre la música contemporánea aparece esta canción de fondo mientras vemos un footage de la dramática retirada de las tropas alemanas del frente ruso. Verlo fue curioso, como un deja vu, no puedo explicarlo, no puedo ...

Sunday, September 19, 2010

Top ten bicentenario del rock chileno según un índigo perplejo














Así es amigos míos, no puede escapar este servidor de las celebraciones, destellos y perplejidades que dejan constatar que nuestra querida larga y angosta faja, etc. etc. cumple doscientos años. Ese es Chile, un país tan joven, tan trágico, tan eterna promesa, tan patriotero y tan anglófilo, que le gusta decir OK y decir ya po, que se come la tremenda empanada con pebre y una hamburguesa de Fart Donald's sin ningún complejo. Lindo país con vista al mar, como se titula aquella célebre obra del Teatro Ictus, país complejo, marcado por la tragedia social, que alguna vez la oligarquía del novecientos quiso vender para comprarse algo más chico cerca de París, como nos cuenta Vicente Huidobro. Chile mosaico, bajo un mestizaje que odia y unas genealogías perdidas en Europa Central que tan desesperadamente quiere rescatar, Chile pariente pobre de la OECD, Chile casa pituca en un barrio feo, léase el cono sur. Chile de Pablo de Rokha, Enrique Lihn, Nemesio Antunez y la Violeta... y Chile de O' Higgins, Portales, Pinochet, los Huasos Quincheros y el Cardenal Medina. País beato, que a la sordina y entre gallos y medianoche conjura el calor del sexo y el puñal. Chile, más desarrollado de lo que piensan los gringos, más atrasado de lo que pensamos nosotros mismos. Así, caótico, infantil, arrasado por tierra, mar y aire, con sus mineros atrapados bajo tierra y escrúpulos empresariales, ese país que tiene en sus entrañas a un Arauco aún no domado, ése es mi país, y lo quiero pese a todo.

Simplemente, para cerrar, algo de lo que considero el mejor rock chileno. No pongo números por jerarqía, esa pega hágala usted, signore lector. Espero publicar otra entrada sobre la música contemporánea nacional y sus notables compositores e intérpretes, o nuestro aún más desconocido y sorprendente folklore.



1.-Akineton Ritard, una de aquellas bandas chilenas de avant rock que son más famosas afuera que acá.



2.- El gavilán, Obra maestra original de Violeta Parra versionada por Los Jaivas en uno de sus mejores discos "Obras", de la Viola, claro... Cuenta un músico que la vio tocar esta pieza increíble, sola, triste y pobre en La Vega Central, magistral...



3.-Electrodomesticos, Yo la quería, notable, en su mejor época, los '80. Querían imitar a Brian Eno y les salió esto...



4.- El vals, una chochera personal, canción poco conocida del mal comprendido álbum La cultura de la basura de Los prisioneros , compuesta e interpretada por Claudio Narea, un rockero de verdad, ex vecino mío.



5.-Los Tres tienen canciones francamente notables, esta es una de las que considero simplemente de lo mejor, junto a Traje desastre y Déjate caer...



6.-Podría haber elegido cualquiera de Congreso, no encontré "Arco iris de hollín", uno de sus clásicos. Cacharpaya es una buena opción.



7.- Los bunkers, Canción para mañana, cómo no emocionarse...



8.-Elegante canción de Angel Parra Trío (la única que tolero de estos sangrones), cerró los noventa...



9.-Christianes, Mírame sólo una vez, ya sé lo que me van a decir, pero debo decir que suena bastante adelantada a su época, mezcla viciosamente una onda Cocteau twins con canciones de animé, cómo no me va a gustar! ( ¡Qué linda la solista!, ¿qué será de ella?) Siempre he confesado mis aficiones musicales esquizoides.



10.-Suite Recoleta, el tema más hermoso de la banda chilena más extraordinaria, Fulano, compuesta por el maestro Jaime Vivanco, quien murió extrañamente el mismo día que el gran Gato Alquinta.

Reclamos y aplausos por este playlist, welcome!!! Y viva Chile mieeerdaaa!!

Friday, July 23, 2010

Índigo perplejo o cállate y toca tu propia música















Bien, ya era tiempo amigo lector, de compartir contigo algo de la música que he hecho. En el link que te doy más abajo hay algunos temas de un proyecto que hice en 2006, se llama Índigo Perplejo y era un grupo pop virtual aparentemente trivial y ligero. Hoy por hoy trabajo en música muy diferente, pero este fragmento de mitología individual ya ha alcanzado cierta madurez para abandonar el calido fogón de mi disco duro y salir a las tinieblas crueles de allá afuera. Juzga tú el resultado. Transcribo las liner notes de este trabajo, homónimo, compuesto entre 2003 y 2006:


La música que vas a escuchar corresponde a una especie de representación entre irónica y nostálgica de un formato de música popular. A partir de una estructura análoga al sistema lingüístico, generé un conjunto altamente concentrado y discreto de bajo piano y batería, el cual, más algunos instrumentos adicionales muy acotados (mellotrón, guitarra, etc.) “interpreta” una colección de canciones que, en su mayoría, están basadas exclusivamente en do mayor, recordando, obviamente la idea de Schoenberg o Kachaturian de que aún puede hacerse mucha música en base a esta clave. De esta manera, implicando el principio demultum in parvo , quise recrear un objeto cultural hoy por hoy en devaluación y, por ello, sujeto desde ya a ser rotulado de pieza de prestigio o arqueología popular y, por ende, digna de ser imitada, recreada o remendada, según el estado promedio de nuestro sentido del humor. Refrito de neoclasicismo, si se quiere, en base al folklore urbano en sus más restringidas posibilidades, llevadas a, espero, sus límites.

En general, mantuve el ensemble de trío por todo el disco salvo en dos tracks: “País de nieve”, inspirado en la novela de Yashunari Kawabata que es básicamente un solo de teclado y “El enemigo”, el único tema que incluye texto y está extraído de un discurso de George Bush en el que éste cita el Salmo 23. Este tema lo compuse en plena Guerra de Irak, cuando Donald Rummsfeld calificaba a cualquiera que abiertamente estuviera en contra de su “santa cruzada” como enemigo…


Para armar mi grupo pop virtual se utilizaron sintetizadores, secuenciadores, samplers, y editores de audio y se compuso en partitura la música nota por nota, todo ello elaborado artesanalmente entre 2003 y 2006, buscando la máxima fidelidad timbrística posible de los instrumentos aludidos. Para añadir el necesario contraste se usaron algunas técnicas aleatorias de mezcla y modulación. Este proceso, a medio camino entre propuesta de discusión intelectual, placer solipsista y aprendizaje por necesidad, me llevó a asumir todos los roles de producción, composición, edición y masterización, con todos los errores que ello conlleva y de los que, en definitiva, surgen las mejores ideas.

Rescatar el estudio de grabación como instrumento y recrear nostálgicamente un formato hoy en vías de extinción ha sido todo un desafío, espero lo disfrutes.

El autor

Evidentemente Mauricio Kagel, Zappa y The Residents surgirán fácilmente como factores intertextuales, oh, auditor posmoderno agnóstico en cuanto a originalidades varias, en fin, mejor me callo, aquí está el link, I have my nerve:

http://www.purevolume.com/AndrsLpezUmaa

Saturday, March 13, 2010

Galería de instrumentos subvalorados (III)





Para un manifiesto ruidista

Las veleidades que asedian al auditor interesado -para su liquidación social sin remedio- en las nuevas músicas, parecen, misteriosamente confirmar la devoción que algunos no podemos dejar de tener hasta por el más mínimo bit que contenga frecuencias o formantes, que pueden ir del gamelan de Java a los cantos de los Pigmeos Aka, del rock delirante de Ne Zhdali hasta un cuarteto espectral de Georg Friedrich Haas, de una canción suicida de Swans a una antología de poetas y músicos escoceses, más o menos con el ludibrio promiscuo de una especie de Casanova sonoro que se mueve a través de los decibeles como por los canales de Venecia… Por cierto, buen hombre, que es una metáfora espesamente neobarroca, pero es el impetuoso íncipit que esta nueva entrega requiere. Consultado hasta el cansancio por mis pares e impares acerca de mi pasión casi religiosa por la música, no puedo sino sentir escalofríos al recordar las palabras que aquel célebre músico dijo que escribir sobre música es tan absurdo como oír una pintura o bailar sobre arquitectura (lo que no deja de ser interesante, en todo caso), pero como tengo que canalizar mi entusiasmo de alguna manera sensata y civilizada, heme aquí pues, terminando la saga de los instrumentos subvalorados que tantas horas felices me han dado, mientras los días terrestres siguen girando perdidos como un carrousel de barrio en el marasmo del atardecer de este mundo.

El empate

2) Clarinete bajo y fagot: Lo pensé, lo descarté, lo volví a incluir, como siempre, en el solipsismo agradable que suele rodearme (por qué será, oigo exclamar al perverso arconte de la higiene social), pero tengo que ser honesto: No tengo jerarquía entre estas dos nobilísimas maderas integrantes de la sección de bajos de la orquesta, eficaces y generosos dadores de nuances en el acompañamiento, sobrios solistas doctos, delirantes leaders en el jazz o la improvisación libre. Me seduce esta dualidad casi gnóstica de ambos. Del clarinete bajo me gusta su tesitura fluidamente cantante, que le da esa profundidad estremecedora en los graves y esa especie de atenuación o contención en los agudos. Pero también sus gruñidos burlones y falsetto embriagante erizado de armónicos pueden formar parte de sus posibilidades. Recuérdese su sonido cimbreante en The Sinking of the Titanic, por ejemplo. Extrañamente, sin embargo, sigue siendo un instrumento de excepción, tocado por uno de los clarinetistas. En el terreno solista, por el contrario, es el ataque agresivo y fractal de Elliot Sharp, la acrobacia tan idiosincráticamente holandesa de Willhelm Breuker y la posibilidad múltiple de lo táctil en Louis Sclavis, inter alia, los que garantizan una vida más que perdurable a la gramática de este bello instrumento, al cual el mismísimo Wayne Shorter ha adoptado en la etapa más reciente de su carrera.



Su primo algo distante, el fagot (emparentado, en verdad, con el oboe, el corno inglés y ese desconocido, el heckelphone) parece enfatizar aún más los contrastes: Cómico en los stacattos (el ejemplo más célebre es el tema del Apprentiece socière de Paul Dukas), gimiente en los agudos, solemne y vagamente macabro en los graves más extremos. Este versátil instrumento suele no faltar en los grupos orquestales, tiene escaños hace ya siglos en la sección baja de las maderas. Su agradable maridaje con las violas y los cornos franceses es recomendable y receta frecuente de los compositores clásicos. Son escasos los conciertos para fagot y conjunto instrumental, raro porque es capaz de ejecuciones altamente virtuosas y de generar sonoridades multifónicas con todo tipo de ataques y técnicas extendidas. Ejemplo notable es la Sequenza XII de Luciano Berio. En el terreno del rock Lindsay Cooper aporta los bellos matices de esta madera al sonido inconfundible de Henry Cow, y posteriormente a News from Babel (increíble grupo que congregó en dos magníficos discos a Cooper, Chris Cutler, Dagmar Krause, Zeena Parkins y Robert Wyatt), aparte de su propia obra solista; no puede quedar fuera Michel Brekmanns quien hizo lo propio en los primeros discos de Univers Zero y en Musique pour L’Odisee Art Zoyd. Gil Evans y Sun Ra son pocos de los músicos que lo han incorporado al instrumentarium del jazz, probablemente víctima de la imagen esclerótica con que la música de orquestas es presentada en los medios o en los propios ojos un tanto prejuiciosos de muchos jazzistas, quizás por su imagen tan europea, raro, porque la gran mayoría de los instrumentos usados por ellos son del viejo continente, not so drop dead sexy perhaps?



El instrumento más triste del mundo



1) And the Oscar goes to… Existente desde el siglo XVII, ninguneado por casi doscientos años, relegado a los registros medios de la orquesta para reforzar la armonía, tocado con mala gana por violinistas losers, tal es el lamentable prontuario que este bello instrumento, el más triste del mundo, como lo llamó un músico, ha debido cargar tan injustamente: La viola. Su tenue registro alto no tiene el poderoso clamor del violín o la voz telúrica del cello. No es fácil posicionar los dedos a lo largo de los trastes y la dinámica del instrumento no presenta la contundencia que uno esperaría por el tamaño de su caja. No obstante, todas las técnicas de arco, pizzicato y producción de armónicos y efectos le son tan válidamente aplicables como sus hermanos tan famosos. Salvo en Mozart o las últimas piezas de Beethoven, hasta comienzos del siglo XIX ni en la orquesta ni en el conjunto camerístico par excellence, el cuarteto de cuerdas, los compositores rutinariamente escriben partes de mero refuerzo de la sección de arcos. Como se sabe, es Berlioz quien compone uno de los primeros trabajos virtuosísticos para la viola y nada menos que para las manos demoníacas de Nicola Pagannini, Harold in Italy. A partir de entonces, pero de un modo muy paulatino comienzan a aparecer nuevas piezas para su repertorio, pienso en secciones de las Images de Debussy o las numerosas contribuciones que realizó Paul Hindemith, quien, de hecho, era violista. Pierre Boulez le da un sitial de honor en el escencial Marteau Sans Maitre. Bela Bartok en su magnífico ciclo de cuartetos de cuerdas le otorga un rol de primacía. En el sexto, de hecho, es la viola la que canta el tema central, el Mesto, en torno al cual se enlazan los casi heterogéneos movimientos de la obra, un tour de force para el conjunto que transita de melodías de regusto gitano húngaro a una notable parodia de sus contemporáneos Stravinsky y Schoenberg, la Burletta; el mesto, empero, reaparece una y otra vez, recordándonos la melancolía profunda del autor, en dramática relación con su contexto artístico y personal, that’s art, fellas…

Como instrumento solista, la viola ha recibido trabajos perdurables que definitivamente la sacan del pretérito rol de comparsa. Luciano Berio, otra vez, con su notable Sequenza IX, el último Gyorgy Ligeti con su Sonata de 1993. Garth Knox, el virtuoso exintegrante del espectacular Arditti String Quartett (uno de los mejores ensembles de la historia) registra notables piezas de Giacinto Scelsi, Horacio Radulescu y Tristan Murail en el fundamental The Spectral Viola. En el terreno del rock, otras veces he comentado la poesía y la pasión de John Cale o la reminiscencia folk que Fred Frith hace en el epílogo de Rock Bottom de Robert Wyatt. La línea de fondo que teje Cale mientras Lou Reed canta Sunday Morning, el ya citado Mesto de Bartok, son líneas que penetran las entrañas con dolor redentor, parafraseando al hebreo. Quizás, ahora que termino de redactar estas líneas, entiendo parcialmente mi obsesión con este instrumento. Lo pienso como un poema de Rosamel del Valle, una pintura de Utrillo, un film parpadeante de seppia de un piel roja muerto bailando, una calle estrecha de Saint Andrews o una pequeña caleta de Arauco antes de ser arrasada por las olas, un instante melancólico y secreto, frágil, olvidado por la arrogancia cultural de los caudillos y las camarillas, cuyo fulgor, una vez advertido, una vez descubierto, como el fantasma en el ático, como el tesoro en el sótano o enterrado en el jardín abandonado, se impregna en el espíritu, muestra el camino, la salida, tal es su victoria, discreta, tal es su diamante, su talismán y su canción.

Monday, March 01, 2010

Unas palabras flameando entre las ruinas



Por lo visto algunos medios- y uno que otro tweetero paltón -siguen mirando la tragedia del Terremoto de Chile como si estuvieran sentados en el balcón de su casa tomando un mojito.
¿Qué es lo relevante para los medios? ¿Lo excitante del saqueo o la completa indefensión de las víctimas? Insisto una vez más aunque no me lea nadie y estén mis compatriotas mareados por la ola de (des)información: A ver si despertamos del ensueño neoliberal, es francamente divertido cuando quieres cuestionar este estado de cosas, aquellos mofletudos propagandistas de las delicias del FMI te tachan de resentido, fácil táctica para envenenar el pozo y no debatir en serio.

Dejen de pensar que la horda de rotos va a asaltar sus cómodos paraisos artificiales y de una buena vez organícense para ayudar a quienes perdieron a sus familias o sus casas y enseres.
Pensemos en las víctimas y su completa indefensión por falta de una política seria antisísmica... son un par de pueblitos del sur no Santiago. ¿Qué le importan al gobierno o a los oligiopolios que mandan de verdad un par de caletitas perdidas al sur del mundo? No había negocio en Pelluhue, Iloca, Dichato, Curicó o Constitución para el resto del Chile neoliberal y arrogante que sólo prospera en base a commodities de corto rédito y miope visión de país. Los políticos y la tele se disputan la carroña y ordenan a las aún estupefactas personas que vuelvan a trabajar a la brevedad, mientras celebran bajo cuatro paredes las licitaciones de construcción que los hará aún más ricos.

Recuerdo dos canciones en esta hora álgida, triste, extraña: Una es The Ghost Trade de Camberwell Now, la banda que Charles Hayward tuvo después de This Heat, es de 1986, pero qué actual suena. Véase el coro final del tema, cuya versión completa es increíble:

Empire State Building Society
Keeping the Faith
There's no reason to despair
We are only building on thin air.

O esta otra, The Song of The Monopolists , del incendiario álbum de Art Bears, The World as It Is Today (1980). Pequeña obra maestra del trío de Fred Frith, Chris Cutler y Dagmar Krause:

Keep calm!!
The small ones will go down
The air will clear
The strong will sweep the weak ones
The timid ones will
Disappear.


No me quedo con la imagen de nuestra bobalicona presidenta abrazada por Lula o la estudiada contrariedad de Amaro Gomez Pablos y de la alcaldesa tontorrona de Concepción transmitiendo el desvalijamiento de un supermercado de D&S, me quedo con este chileno de verdad en esta foto increíble que es el símbolo, como todo símbolo que se precie de tal refleja una contradiccón poderosa, elocuente e inolvidable: Las ruinas lo rodean, saca una bandera mugrienta, rota, la muestra entre orgulloso y perplejo, como un moderno Laocoonte, como un anónimo Julio César apuñalado por la doble daga de la naturaleza y el país que ya no lo acoge. A este héroe anónimo le dedico estas palabras flameando entre las ruinas.

Obtenga estas joyas de la música donde siempre:

http://www.rermegacorp.com/

Ayuda a Chile

http://www.tonic.com/article/chile-quake-2010-how-you-can-help-donations/

Hay más sitios, mándenme un email si quieren saber cómo ayudar.


Thursday, February 18, 2010

Los dioses, el viento y las melodías





Escribo en mi balcón, mientras una brisa del verano que pronto ha de irse revuelve los árboles, el cálido agitarse de las hojas dibuja a veces siluetas, semblantes de forma vagamente siniestra, como si fueran viejas deidades de antaño que a veces se asoman en la inercia o la ansiedad del inconsciente donde todavía moran como si todavía tuvieran algún vago interés en nosotros, los mortales. Creo que me miran también, con esa mezcla de curiosidad y desconfianza de la que siempre presumen en las mitologías. Pareidolia lo denominan esos magos del lenguaje que son los psicólogos, ver donde no hay nada que ver, a la manera, inducida, claro, de los archiconocidos trompes d’oeil. Al igual que los dos OVNIS que vi la noche de año nuevo (yo que no creo ni en platos voladores ni hombrecillos verdes y por primera vez para estas alegres fiestas no había bebido ni una miserable gota de Cointreau) aparte del alarmante hallazgo de unos extrañísimos insectos híbridos de araña y escarabajo en nuestra casa junto al mar, creo haber hecho este feliz hallazgo de siluetas insólitas también en los azulejos de las paredes: Hace poco Don Quijote y Sancho dialogaban con un sátiro flemático y una pareja consistente en un calvo de circunferencial cabeza y una dama de honor de María Antonieta se besaban hasta que mi noble mujer puso fin a este extraordinario (y quizás vago reflejo adúltero, como saberlo) hallazgo con el lavalozas, bajo la égida de la higiene de la que tan orgullosa está. Su paciente complemento pragmático a mi perpleja semidemencia quizás sea el concepto posmoderno de la pareja feliz.

Claro que la música puede hacer aparecer estas y otras imágenes sobrenaturales ante nuestra hiperconciencia ¿Puedo terminar esta breve nota estival sin mencionar dos arrebatadoras fuentes de asombro y figuración demoníaca? Ahí está Le Sacre du Printemps de Stravinsky, que sigue excitando mi sangre, como lo hizo quizás con la del aterrado y pusilánime Lovecraft, que comprendió la subterránea potencia de esta música que no es de este mundo, quizás más de lo que el mismo Stravinsky se atrevió alguna vez a confesar. Y cómo no Uaxacatum de Giacinto Scelsi. Escuché, como se subtitula “la historia de una ciudad maya abandonada por sus habitantes” (antes del 2012 estos maestros ya sabían de apocalipsis parece) sólo dos veces, no he podido, no me he atrevido a hacerlo nuevamente… tal es el impacto, el poder, las visiones, los dioses asomándose a la manera de ondas sonoras, y yo, ecce homo, tan cobarde a veces como para recibir su abrazo fatal, glorioso y definitivo.

Los rostros vuelven a recrearse en el vaivén del aire; un enorme puño se agita amenazándome, el demonio que lo dirige ríe con astucia, quizás hasta le caigo bien…

Wednesday, February 03, 2010

Un grammy para Neil o la vergonzosa caducidad de las majors




















Leo que los recientes grammy revelan una vez más lo evidente: La esclerosis aparentemente sin retorno del mainstream musical. Los premios y nominaciones se repiten una y otra vez, monótona letanía de los sospechosos de siempre, apadrinados entre champagne y lentejuelas por los Vito Corleone de las grandes multinacionales: Campañas trillonarias y agresivas que infestan los ya saturados medios de más y más caras y caretas espinilludas, a&r men reescribiendo los temas de esos espinilludos androides con un par de secuenciadores y el productor de turno con nombre de tambor, añádase a este cóctel funesto la explotación de la misma fórmula, fácil y digestiva como la coca cola, el soborno subterráneo a estaciones de radio y tevé para que difundan hasta el paroxismo lo supuestamente nuevo, que no es sino el putrefacto reciclaje de la misma canción chicle de los sesenta edulcorada por una mala combinación de MTV y Pro tools.

Payola, fiestas eternas para paparazzis prepagados, codazos de mala leche a la salida del escenario, críticos de “rock” que se rinden ante el último erupto de Britney Spears o los calzones plateados de Lady Gaga… Eso y más aplaude el aburrido respetable hasta el estólido cansancio en los premios grammys o “grannies”, habría que llamarlos por su caduca obsesión de exponer a la senecta marquesina de vejetes jugando al adolescente dipsómano y adolescentes dipsómanos derrotados de antemano declarándose fans unos de otros, cuando lo cierto es que la cámara se apaga y mágicamente regurgitan las envidias y sucios trapitos al sol que realmente entretejen sus miserables vidas.

Es evidente que los mandamases, dos o tres avispados y uno que otro periodista despertando de la resaca se dan cuenta de esto, quizás por eso tuvieron la decencia- presiento que al último minuto- de premiar por primer vez ¡en cincuenta años! a Neil Young, porque el glorioso canadiense sí que es de verdad, sí se mantuvo digno ante las majors, canta lo que quiere, como sea y cuando sea. No duda en rockear con Crazy Horse hasta el éxtasis y luego sentarse con los mejores sesionistas de Nashville a tocar country en serio, y luego a hacer un disco entero de rythm and blues con puros bronces, y tirarle palos a sus colegas vendidos y decirles
This note’s for you, a cantar solo con su guitarra como si solo una cerca desvencijada y el viento peinando la pradera fueran su única compañía, alinearse con su guitarra de fuego al grunge del cual el fue su precursor casi veinte años antes y escupir esos solos épicos que hasta hoy te paran los pelos de punta (Escuche Cortez The Killer o Like a Hurricane y después hablamos, Don Amo-los-solos-de Metallica). Inventa, organiza y dirige Farm Aid, no duda en decirles en la cara a los sudistas de Alabama que son unos racistas recalcitrantes ni de grabar un disco que se llama Impeach the president en plena era de la dictadura del tenebroso George W Bush. Según contaban en la queridísima revista Esculpiendo milagros, Neil Young, propuesto hace un tiempo para el Salón de la Fama del Rock dijo que no estaba listo para ser embalsamado. Tomen nota, poperos de segunda fila...

Neil Young, como Frank Zappa, Phil Ochs, Leonard Cohen o Robert Wyatt ha sido uno de esos cantantes que jamás ha dudado que la ecuación honestidad y tomar una guitarra es igual a riesgo y lucha y que jamás es igual a venderse por un par de lucas. Estoy seguro de que cuando recibió el grammy debe haberse reído para sus adentros, y al llegar a su casa, se comió un durazno y se dedicó a mirar en silencio el tenue amanecer invernal de California del norte entre sus nobles árboles.


Acá dejo mi canción fetiche de Neil, Sugar Mountain, enjoy:



y Like a hurricane, obvio:



Http:
www.neilyoung.com

Monday, January 18, 2010

Galería de instrumentos subvalorados II





















Arriba: Herr Brotzmann armado de su saxo barítono, achtung!!
Abajo: Corno inglés, dígame que no es lindo, señora...


Agradeciendo los gentiles posteos de los lectores, noblesse oblige, empiezo este nuevo año… algo triste por los avatares electorales de mi país, es de esperar que los nuevos gerentes que eligió la mitad de Chile no sean un triste clon de los penosos republicanos que tuvieron al célebre burro de Bush como presidente.

Veremos…

Vuelvo a mi melancólica galería de instrumentos acorralados en el cuatro trastero… pero ocurre que, sea el sótano o el altillo, ¿no es este el mágico lugar de las revelaciones? ¿No es este el lugar más alucinante para todo niño que se precie de verdad? Templo de la curiosidad, del misterio, del secreto familiar que no debe ser revelado. Ahí encuentro estos instrumentos cuando la cultura y las academias los desprecian.

Sigamos:

4) Corno inglés: Como se sabe, este nombre es algo así como un faux ami, por la sencilla razón de que este noble familiar de las maderas no es inglés, más bien la etimología sugiere que vendría a ser algo así como cor anglais o corno angulado, lo que no es muy claro dado que es un instrumento recto con esa bella corona ovalada final. Es el alto de la familia de los oboes y aún se lo sigue presentando como instrumento excepcional, de hecho, suele tocarlo el segundo o tercer oboísta. Su sonido tan especial tiene una cualidad nasal que fascina por su fragilidad, pero, al tener esta tesitura tan particular los siglos anteriores no conocen por ejemplo numerosos ejemplos de conciertos de corno inglés y orquesta. Puedo estar equivocado pero creo que Dvorak y Wagner, sobre todo, es uno de los primeros en concederle un papel preponderante en el comienzo del segundo acto de Tristan und Isolde. Una de sus mejores páginas la constituye el segundo movimiento del Concierto para piano y orquesta en sol mayor de Maurice Ravel (sí, ya dije alguna vez que me emociono hasta el colapso con ese piano en cascada y el diálogo delicioso de la flauta y nuestro invitado estrella de hoy). Un segmento memorable hacia el final de Nuages de Debussy y el célebre motivo casi saltarín a lo largo de el demoníaco Sacre de Stravinsky también refuerzan su repertorio. Desde entonces, el siglo XX conoció al corno inglés como invitado frecuente de la familia de las maderas en la orquesta, pero poco como instrumento de cámara, se me viene a la memoria principalmente Zeitmasse de Stockhausen, donde el virtuosismo dado a las líneas de este instrumento reclaman más que una primera audición. En el pop, el duo inicial del corno con la voz de Brian Wilson en Waiting for the day, de Pet Sounds es uno de los pocos elementos de felice recordación (Cervantes dixit). El corno inglés es capaz de todas las técnicas virtuosas del oboe y creo que tiene nuances más delicadas que el saxo soprano. A propósito, paso al siguiente cuadro de mi solitaria galería.

Escuche esa bella melodía de Leroy Osmond, cual Inspector Morse en una solitaria noche dipsómana:



3) Saxo barítono: El saxo es el instrumento estrella del siglo XX. Quizás ni en sus sueños más mercantilistas Adolph Sax soñó con una popularización tal de algunos de los miembros de la noble progenie que su inquieta mente generó a fines del siglo XIX. Primero el jazz y luego el pop hicieron del saxo un instrumento con asiento regular y clase VIP. No viene el caso detallar la lista interminable de saxofonistas que generaron un repertorio de excepción, el que incluye obviamente a Trane, a John Gilmore, a Marshall Allen, a Albert Ayler, Elton Dean, Evan Parker y John Zorn interalia (Sí, nombre a los que más me gustan, señora, ¡es mi blog, caramba!). Escribo “algunos miembros” porque, en honor a la verdad tan sólo el saxo alto y el tenor son los más utilizados por los solistas, además del soprano (pienso en Evan Parker, no en ese fraude de Kenny G). ¿Pero que hay del casi ignoto saxo bajo, usado por Anthony Braxton y Frank Zappa o de uno de mis favoritos, el barítono? Sus multifónicos extasiantes, su noble profundidad en los graves y su fraseo sensible descuellan en manos de un Peter Brotzmann (¿han escuchado ese brutal asalto que es Machine Gun de 1968? Háganlo y van a mandar a los chicos metaleros de vuelta al kínder), de los Becker Brothers o de un Gert Mulligan, quizás su exponente más conocido. En Chile, Crisosto lo toca con la vitalidad y el humor que hacen de Fulano una de las mejores bandas de-este-lado-del-mundo. Sin embargo no tengo muchos ejemplos por lo postergado de este pariente grandote del solemne tenor o el histérico alto. Más aún, el repertorio contemporáneo ignora sus muchas virtudes sonoras. Puede ser usado como un bajo dinámico y poderoso en lugar de un bajo eléctrico o un contrabajo.

Aquí va, pues un fragmento de Machine Gun, afírmese:



Hoy por hoy, que tantos gestos y posturas se agotan en perpetuo auto(f)homenaje, ¿por qué no experimentar con este y otros brillantes instrumentos ocultos entre bártulos, trapos y maniquíes que sobrepueblan el cuarto trastero del siglo?

Finaliza en la próxima entrega.