Wednesday, February 03, 2010

Un grammy para Neil o la vergonzosa caducidad de las majors




















Leo que los recientes grammy revelan una vez más lo evidente: La esclerosis aparentemente sin retorno del mainstream musical. Los premios y nominaciones se repiten una y otra vez, monótona letanía de los sospechosos de siempre, apadrinados entre champagne y lentejuelas por los Vito Corleone de las grandes multinacionales: Campañas trillonarias y agresivas que infestan los ya saturados medios de más y más caras y caretas espinilludas, a&r men reescribiendo los temas de esos espinilludos androides con un par de secuenciadores y el productor de turno con nombre de tambor, añádase a este cóctel funesto la explotación de la misma fórmula, fácil y digestiva como la coca cola, el soborno subterráneo a estaciones de radio y tevé para que difundan hasta el paroxismo lo supuestamente nuevo, que no es sino el putrefacto reciclaje de la misma canción chicle de los sesenta edulcorada por una mala combinación de MTV y Pro tools.

Payola, fiestas eternas para paparazzis prepagados, codazos de mala leche a la salida del escenario, críticos de “rock” que se rinden ante el último erupto de Britney Spears o los calzones plateados de Lady Gaga… Eso y más aplaude el aburrido respetable hasta el estólido cansancio en los premios grammys o “grannies”, habría que llamarlos por su caduca obsesión de exponer a la senecta marquesina de vejetes jugando al adolescente dipsómano y adolescentes dipsómanos derrotados de antemano declarándose fans unos de otros, cuando lo cierto es que la cámara se apaga y mágicamente regurgitan las envidias y sucios trapitos al sol que realmente entretejen sus miserables vidas.

Es evidente que los mandamases, dos o tres avispados y uno que otro periodista despertando de la resaca se dan cuenta de esto, quizás por eso tuvieron la decencia- presiento que al último minuto- de premiar por primer vez ¡en cincuenta años! a Neil Young, porque el glorioso canadiense sí que es de verdad, sí se mantuvo digno ante las majors, canta lo que quiere, como sea y cuando sea. No duda en rockear con Crazy Horse hasta el éxtasis y luego sentarse con los mejores sesionistas de Nashville a tocar country en serio, y luego a hacer un disco entero de rythm and blues con puros bronces, y tirarle palos a sus colegas vendidos y decirles
This note’s for you, a cantar solo con su guitarra como si solo una cerca desvencijada y el viento peinando la pradera fueran su única compañía, alinearse con su guitarra de fuego al grunge del cual el fue su precursor casi veinte años antes y escupir esos solos épicos que hasta hoy te paran los pelos de punta (Escuche Cortez The Killer o Like a Hurricane y después hablamos, Don Amo-los-solos-de Metallica). Inventa, organiza y dirige Farm Aid, no duda en decirles en la cara a los sudistas de Alabama que son unos racistas recalcitrantes ni de grabar un disco que se llama Impeach the president en plena era de la dictadura del tenebroso George W Bush. Según contaban en la queridísima revista Esculpiendo milagros, Neil Young, propuesto hace un tiempo para el Salón de la Fama del Rock dijo que no estaba listo para ser embalsamado. Tomen nota, poperos de segunda fila...

Neil Young, como Frank Zappa, Phil Ochs, Leonard Cohen o Robert Wyatt ha sido uno de esos cantantes que jamás ha dudado que la ecuación honestidad y tomar una guitarra es igual a riesgo y lucha y que jamás es igual a venderse por un par de lucas. Estoy seguro de que cuando recibió el grammy debe haberse reído para sus adentros, y al llegar a su casa, se comió un durazno y se dedicó a mirar en silencio el tenue amanecer invernal de California del norte entre sus nobles árboles.


Acá dejo mi canción fetiche de Neil, Sugar Mountain, enjoy:



y Like a hurricane, obvio:



Http:
www.neilyoung.com

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