Saturday, November 11, 2006

Las malas artes de un divulgador snob




Fragmento de Song Book de John Cage

Releo por estos días el libro de Michael Nyman, Experimental music y no deja de abandonarme una curiosa sensación de malestar ante argumentos que parecen convencer a muchos, pero cuyos sobreentendidos acaban por invalidar los fines que persigue.

Nyman es astuto, qué duda cabe, a través de este libro presenta al público a mucha gente hasta entonces en la oscuridad y lega un par de conceptos, entre ellos el de “minimalismo”. Describe por vez primera una ingente escena musical inglesa, que se alejaba tanto del establishment como de la vanguardia académica, que proponía novedosos métodos composicionales y de interpretación, a la vez que vindicaba un cierto retorno a la consonancia y al glorioso pasado de la canción y el music hall y usó con más profundidad que otros el hoy por hoy manoseado concepto de “música experimental”. Hasta aquí todo bien, incluso los berrinches de rigor contra autores “consagrados” como Stockhausen y Boulez pueden parecer la necesaria reedición del arquetipo freudiano de la rebelión contra el padre, pero aquí comienza la trampa y se desmadeja la verdadera ambición de este gran propagandista aunque mediocre compositor.

Es que en Experimental Music campean alternativamente el desdén gratuito y la contradicción flagrante. Donde Nyman premia con laureles acaba condenando sin remedio a alguien que logra idénticos resultados, pero que no pertenece a su círculo. Sospechosamente los músicos destacados por Nyman, que, digámoslo, son espectaculares en su gran mayoría, son agrupados en dos escenas, la inglesa y la estadounidense. Algún día entenderé esa obsesión tipo Tony Blair de los ingleses por América del Norte. ¿Nostalgia por el hijo pródigo? ¿Frustración porque ya la isla nos queda demasiado chica? No sé. Pero Nyman encarna la fachada de que todo lo bueno, todo lo interesante habla inglés no importa que tan bien o mal. El resto es mera decadencia, redundancia o simple fascismo, de lo cual en ambos lados del charco dicen sentirse orgullosamente opuestos pero que sus actitudes culturales acaban penosamente confirmando lo contrario. Léase a Noam Chomsky al respecto.

Con pulcritud e indulgencia de periodista promedio, Nyman organiza sus argumentos presentando, por ejemplo, a autores que son precursores de una tendencia, como John Cage o Morton Feldman, luego destaca su (supuesta) prominencia por sobre Stockhausen o Xenakis, extrayendo mañosamente de su contexto citas de éstos para destacar la "omnisapiencia" de aquellos. ¿Propaganda no se llama eso? No deja de producirme reminiscencias de las películas gringas de guerra donde a los soldado alemanes o japoneses se le traba el rifle y el jovencito mata millares a placer con su eterna ametralladora autorecargable. Caricatura, eso hace Nyman y su propósito último me parece que es simplemente ganar amigos, hacer networking, rodearse de amistades prestigiosas para hacer correr su nombre.

Otra muestra de este sesgo: Al destacar la postulación de Cage y Feldman de “dejar a los sonidos ser ellos mismos”, fustiga el rigor formalista del serialismo integral, escuela superada de lejos por sus sustentores al momento de la edición del libro de Nyman ( 1974). Esta idea es llevada al extremo por Cage que prepara cuidadosos sistemas para que la música ocurra sin importar qué materiales entren en el juego. Conocida es la anécdota de Cage cuando en medio de una fiesta en su honor se ejecutó música de su autoría y éste ni siquiera sabía que era de su autoría. Nyman delira en éxtasis con la indeterminación cageiana pero luego, describiendo la rigurosidad sistemática de Earle Brown o Lamonte Young, Nyman misteriosamente fustiga a Boluez porque éste se preocupa más del sistema que por lo que suena (ah?). Peor aún, campeando la libertad de la escuela de la indeterminación, ataca al serialismo por fundamentalista, por querer amarrar sonidos elegidos de antemano en un sistema funcional. ¿Y qué hace el gran rigor sistemático del sistema de Just Intonation, o los procesos de Steve Reich que definen una serie establecida de frecuencias que deben desarrollarse en una duración determinada? Bingo! Es el Stockhausen (“horror”) de Zeitmasse o el Boulez del Marteau Sans Maitre. Además, Nyman particularmente condena la demanda personalista de Stockhausen por generar un estricto control en sus intérpretes aún dentro de las improvisaciones, lo mismo que Earle Brown le declara explícitamente a Derek Bailey que hace, en el libro de éste último acerca de la Improvisación, de la cual el autor de Available Forms hace una riquísima explotación. Entonces, ¿quién miente o no entiende un pepino?

Con evidente ligereza, Nyman las emprende contra un arquetipo políticamente correcto de burlar, el totalitarismo, del cual se vincula demasiado gratuitamente al serialismo, por su supuesta falta de democratización. El propio Stockhausen y Luigi Nono destacan que la igualdad de sonidos, duraciones y articulaciones en una pieza puede leerse como una metáfora de la igualdad de los hombres. En otra parte Helmut Lachenmann, un músico tan polémico y rupturista como los ídolos del autor de The Piano, omitido, naturalmente por no pertenecer a su camarilla imaginaria anglosajona, reinvindicará al serialismo "como medio de organización y de objetivación, como medio de establecer nuevos continuos, como medio de liberación de los elementos musicales cargados de convencionalismos, como medio técnico de movilizar –de activar- otras categorías, categorías siempre reinventables por el compositor" . Me pregunto si puede verse en esto un error o una traba para la creatividad musical. Ajeno a todo esto, Nyman refuta la supuesta ideologización de la escuela europea, pero acaba exaltando la errónea conversión de Cornelius Cardew, John Tilbury y otros al marxismo, filosofía de suyo enemiga de toda iniciativa individual de superación e iluminación... y democracia.

Nyman también goza además con la parodias a la indeterminación practicada por Stockhausen en una versión de una pieza de éste, Plus minus, hecha por Gavin Bryars destacando su supuesta originalidad ,; evidentemente el ensayista y futuro compositor británico ignora la ajustada y contundente réplica del compositor alemán al intento de Bryars (creo que éste es mejor componiendo sus propias obras como el alucinante Sinking of the Titanic), además Mauricio Kagel mucho antes que Cornelius Cardew, por ejemplo, ya cuestionaba la infalibilidad de ciertos presupuestos del serialismo en sus propias parodias, como en Transición II una de las primeras obras electroacústicas, -ausente en el catálogo “exhaustivo” de Nyman- y no las de David Tudor, Gordon Mumma o Milton Babbit (otro monstruo serialista curiosamente ausente de las diatribas de Nyman), no muy ajena al resultado acústico de las obras electrónicas serialistas, incluso para los oídos del "lúdico" ensayista.

El absurdo del autor rebasa los límites al condenar los sistemas serialistas por subjetivistas, erráticos e incoherentes, cuando lo que interesa, dice él, es generar instancias para que la música ocurra. Me pregunto desde los hombres de las cavernas hasta hoy ¿acaso cada tipo de música no intenta lo mismo?... Finalmente su afirmación de que la funcionalidad y sistematización individualistas son ajenas a las estructuras planificadas por Cage, Feldman o Christian Wolff , deja de manifiesto la ignorancia de lo que cualquiera con cinco minutos de estructuralismo sabe de memoria: Que toda estructura implica un sistema y una funcionalidad per se. Finalmente se trata de que la determinación de una estructura es una formulación humana y por ende, es una idea y una metáfora desde ya. Estos autores quieren cuestionar la metáfora del compositor que asigna sentido a su trabajo, pero el negárselo es un símbolo y una metáfora también. Creo que ello puede explicar el rápido abandono de Feldman del sistema de páginas cuadriculadas rellenas con números a favor de la vieja y eficiente partitura tradicional.

Y sobre la noción de establishment, sabemos que la corriente grande absorbe a la pequeña. Hoy por hoy John Cage es parte de la escena más recalcitrante. Su figura es idolatrada, profusamente comentada y, como es natural muy mal escuchada, tal como los autores del minimalismo como Phillip Glass, todo un caso de divismo, o el mismo Michael Nyman, ganador de varios premios por BSOs suyas como la que hizo para The Piano, sobrevalorada película cuyo único mérito es filmar el bello trasero de Holly Hunter.

Quizás pasa lo de siempre: Si un tipo del ghetto logra el poder se comporta igual o peor que quienes lo detentaron antes. Nyman reeditó este libro, reconoce cínicamente que tiene arrebatos de juventud a raudales, pero se niega a reconocer sus garrafales y numerosos errores como sí lo hace, en cambio, Tom Johnson en su buen texto autobiográfico The Voice of New Music, verdadero registro en vivo del desarrollo de la música de avanzada estadounidense de los años setenta. A diferencia de Nyman, Johnson sí estuvo ahí, cuando algunos autores dan sus primeros y erráticos pasos, por ejemplo,cuando Lamonte Young comienza a probar, con cacofónicos resultados su sistema de Just intonation , o cuando ataca despectivamente a Mauricio Kagel, pero luego, años después reconoce hidalgamente su error, porque éste último con la presentación de Táctil o Repertoire en New York- a cuya avant premiere de este lado del charco a comienzos de los setenta asistió Johnson- no hacía sino comentar irónicamente el estado anárquico y fraticida de la música contemporánea en este momento. El mismo Cage era un gran amigo de Stockhausen y Kagel. Los tres miraron la música de otros continentes, pero se sabían de sobra demasiado occidentales como para hacer mímesis gratuita de otros modos de pensar. Es que la música es arte y como tal es expresión, ni Feldman o Cardew escapan a eso, menos Nyman y su oportunismo. No se olvide que al año siguiente de escribir su libro, Nyman lanza su propia carrera de compositor. Oportuno, ¿no?

Necesito enfatizar una vez más que mi invectiva no es contra el minimalismo o como se llame o menos aún a la New Determinacy inglesa. Estimo que autores como Lamonte Young, Terry Riley, Cardew, Feldman o Gavin Bryars entre otros son extraordinarios compositores de larga y duradera influencia y espero expandirme más sobre su invaluable contribución más adelante. Lo que condeno es la publicidad gratuita y autoindulgente de la que se basa gente que sin entender nada, pretende legitimar el lugar o la obra de otros solamente para inflar su propio nombre. Michael Nyman simula ser un historiador de un hecho estético en ciernes, pero eso es sólo una cortina de humo para devaluar lo que no puede ser y fingir lo que cree ser: un músico para la posteridad.

Hipertextografia:

Páginas interesantísimas sobre Nuevas Músicas
http://www.otherminds.org/

http://www.newmusicbox.org/

Abundante música de Cage, Feldman, Cardew, Kagel (y no Michael Nyman):
http://www.ubu.com/

Página de la corriente inglesa de la música experimental. Ensayos de interés:
http://www.users.waitrose.com/~chobbs/

Página web de Karlheinz Stockhausen:
http://www.stockhausen.org/

The Voice of New Music ¡gratis!
http://www.editions75.com/Spanish/bookspanish.html

1 comment:

Anonymous said...

Me parece increíble que alguien en Chile haya leído este libro en Inglés y tenga la capacidad de criticarlo. Hace un año vi éste libro en una instalacion dedicada a Luciano Berio en el Royal festival Hall de Londres, formaba parte de un set de libros dedicados a la musica y el arte contemporáneos. Estaban atados con alambres para que nadie como yo se tentase de seguir leyéndolos en su casa. Solamente le eché una hojeada mientras esperaba para asistir a un concierto. Mi primera impresión fué ingenuamente creer que estaba frente a una excelente referencia sobre música contemporánea y que valía la pena buscarla en las librerias. Pero después de unos intentos poco frutíferos en las principales librerias londinenses, me hice la idea que quizás algún día lo encuentre en una de libros usados por casualidad, esto lo digo también para que sepan, los que aún no han viajado por éstos lugares, que no siempre es fácil acceder a ésta clase de material incluso viviendo en Europa. Encuentro interesante tu punto de vista porque aterriza a éstos ídolos que son intocables en el seno de la snobería y de la modestia de quienes a veces no tienen los elementos de juicio critico para desafiar a éstos venerados "maestros".